4. Huir del equivocado

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El marco de fotografía que descansaba en la mesita de noche, fue tomada por Rai, quien veía la imagen con cariño. En ella, estaban sus padres, su hermana y él mismo con el uniforme escolar, abrazados y sonriendo, tras un bello día en que se decidió inmortalizar el momento.

Caminando por la habitación, fue hacia una mesita para su arreglo personal, donde halló guardado el collar, obsequio de su madre. Se puso el mismo, queriendolo tener junto a él.

No pasó mucho cuando Joseph ingresó a la habitación matrimonial.

—¿Ya encontraste lo que buscabas?

—Si. Aunque aún no he empacado —Rai abrió el clóset, donde su ropa estaba intacta.

—No hace falta. El señor Wolf te dará todo lo que desees, asi que no te preocupes —Le aseguró.

Era muy bueno oirlo, pero Rai se acercó al asistente de Wolf y le habló en confidencia.

—Dígame algo ¿De verdad su jefe quiere que viva con él?

Joseph soltó una risita ante la desconfianza del joven.

—Te diré esto, pero es un secreto.

Rai afirmó con la cabeza, aceptando la condición.

—El señor Wolf hace mucho que no se relaciona románticamente con nadie, al menos no pasó en el tiempo que llevo sirviendole, por eso puedo asegurarle que el trato que hicieron es real, ademas porque el señor Wolf tiene palabra y sabe cumplirla.

—Él... ¿No me hará daño una vez me mude a su casa?— Expresó su otro temor.

—Si no lo traicionas, entonces todo estará bien.

—No lo haré, si él sabe cumplir.

Joseph formó otra vez una sonrisa.

—Por favor no le digas eso, ni de broma. Él tiene un carácter severo y le molesta la falta de respeto.

Rai se cruzó de brazos. Nadie mataría su espíritu libre, no importa si hay un trato de por medio.

—Es hora de irnos, Rai.

Él no objetó y siguió al hombre. Ambos fueron al piso de abajo, notándose en la sala de estar, a todos los empleados en el piso y siendo apuntados con armas por los matones de Wolf.

Sin nada que lo ate, ni remordimientos, Rai abandonó la casa lujosa, incluso sintiendose libre al marcharse de esa vida aburrida.

Joseph fue el último en ingresar al carro que partió sin demora, ellos ya dirigiendose al nuevo hogar de Rai.

—Quiero ir de compras ahora mismo. No tengo ropa, zapatos, ni un teléfono móvil —Exigió Rai repentinamente.

—Dame un minuto.

Joseph tomó su teléfono movil y se contactó con su jefe, informándole de la petición de Rai.

—Chofer, llévenos al centro comercial —Ordenó Joseph, tan pronto como finalizó la llamada.

Rai estaba sonriente, pues Wolf no le negó ese capricho.

Sin pena ni verguenza, Rai ingresó corriendo a las tiendas de ropa, eligiendo de aquí para allá, sin preocuparse por el costo.

—Ahora necesito... un teléfono.

Esta vez Joseph se lo evitó.

—¿Qué pasa?

—El teléfono lo elegirá el señor Wolf, tengo esas instrucciones— Le hizo saber.

Rai se cruzó de brazos en inconformidad.

10:45Donde viven las historias. Descúbrelo ahora