capítulo 19

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El hielo flotante y la neblina blanca que cubrían el mar me rodeaban

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El hielo flotante y la neblina blanca que cubrían el mar me rodeaban.

Miré a mi alrededor sin saber qué hacer, y no muy lejos vi el casco inferior de una lancha motora volcada en la superficie del agua glacial. El motor del barco funcionaba en las últimas, creando continuas ondas de agua y hielo, y los dispersos remos rotos flotaban a un lado.

Yo, por otro lado, me aferraba desesperadamente a un salvavidas con fugas que estaba perdiendo su efectividad poco a poco en tanto se sumergía en el agua glacial. ¿Dónde es esto? Una situación tan familiar, pensé mientras tiritaba. Miré hacia abajo para ver que mis manos se parecían a las de un niño pequeño, pero los dedos ya débiles y tiernos se habían hinchado, cada uña negra y azul como cercanas a la muerte. La mortífera temperatura deterioraba mi cuerpo, parecía que moriría de frío primero en lugar de ahogarme.

—Pequeño De, pequeño De, ¿dónde estás, hijo mío?

—Por favor Dios, mantenlo a salvo y vivo. ¡Mi pequeño De! Mi pequeño De tiene solo seis años. ¡Dios, dime dónde está!

Varias voces gritando mi apodo de la infancia llegaron desde lejos. Esa es mi familia. Me di cuenta inmediatamente de que venían a salvarme.

—Aquí... ¡Papá, mamá! ¡Estoy por aquí! Estoy por aquí...

Mi respuesta fue débil, mi garganta fatigada emitió meramente unas cuantas cadenas de murmullos de ayuda bajos que la gente apenas podría escuchar. ¡No, no quiero morir! Me moví instintivamente en el agua fría, mas mi cuerpo parecía haberse convertido en una escultura congelada, rígido y entumecido, incluso apenas capaz de mover los dedos.

—¡No estoy muerto! ¡Estoy aquí! —grité con toda la fuerza que pude reunir. La luz, simbolizando la vida y la calidez, brilló en el hielo cerca de mí a través de la neblina, pero entonces se alejó y brilló en otra dirección. Ese destello de esperanza se sintió como mi último, pero no pude atraparlo. El tremendo miedo y la desesperación que sentía eran como la niebla en una noche fría, filtrándose en mi médula ósea. Sin embargo, no había nada que pudiera hacer más que mirar con cautela el domo azul grisáceo que estaba cerca del alba mientras trataba de obtener la mayor cantidad de oxígeno posible en tanto el mar circundaba gradualmente mi cuello.

Voy a morir pronto... Papá. Mamá. Por favor, dense prisa y encuéntrenme rápido. 

Este pensamiento consciente se amplió ilimitadamente en mi mente congelada e inactiva. Incluso pensé que el paso del tiempo transcurría extremadamente lento. Sentí que unos cuantos siglos ya habían pasado mientras esperaba mi lenta muerte sin esperanza alguna, pero inesperadamente, algo bajo el agua tocó mi pequeño pie. Fui despertado al instante de un estado cercano al coma, cuando mi cuerpo fue elevado de la superficie. Lo primero que vi fue un brazo poderoso y pálido sosteniendo mis piernas cortas, mi cabeza descansando sobre un pecho ancho y duro, y mi mejilla tocando el cabello mojado cuales algas.

𝒅𝒆𝒔𝒉𝒂𝒓𝒐𝒘 𝒎𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏/𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora