capítulo 70

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Se rio entre dientes, puso una mano alrededor de mi cuello e inclinó la cabeza para besar mis labios

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Se rio entre dientes, puso una mano alrededor de mi cuello e inclinó la cabeza para besar mis labios. Inmediatamente pude distinguir un fuerte sabor a sangre en su lengua, y en mi mente, instantáneamente lo imaginé succionando médula ósea. No pude evitar encoger reflexivamente mi cuello hacia atrás, sintiendo que mi cuero cabelludo se entumecía. Esto como que mató un poco la vibra.

—Agares —recordé en un susurro.

—Lo olvidé. —Agares me miró y se tocó el lado del labio. Fue a desenroscar el grifo del borde del depósito y se enjuagó la boca, luego miró su reflejo en el agua y se acuclilló. Tocó sus orejas mutadas que se habían convertido en orejas humanas y giró la cabeza de un lado a otro mientras las examinaba.

Las gotas agua en su cara rodaban por su nítido contorno facial y volvían a caer para fusionarse con la superficie del agua. La expresión de Agares me hizo pensar en los indígenas nativos de América que conocí cuando estaba explorando una selva de allá. No pude evitar reírme un poco.

—Oye, oye, viejo. Te prometo que no hay nada de malo en tu apariencia, solo que si tus ojos pudieran ser un poco más amigables... —Me acerqué y le acaricié la cabeza, mirando el agua mientras hablaba y fingiendo decencia.

En realidad, esto era cierto, si había alguna diferencia entre Agares y los humanos, entonces eran sus ojos, esos ojos que siempre parecían emitir tinieblas aterradoras durante la noche y que podían asustar a la gente. No solo eso, ese par de ojos penetrantes revelaba una malicia nata, del tipo que podría llamar la atención de la policía. De repente pude entender por qué Agares iba de allá para acá con una máscara puesta. Al menos en la vida nocturna de Venecia, las máscaras son los adornos faciales menos inusuales, ya que los bailes de disfraces eran un evento frecuente.

—¿Más amigables? —Agares preguntó en respuesta, entrecerrando los ojos y mostrando una sonrisa de hileras de dientes blancos. Juraba que su sonrisa nunca podría encajar en la categoría de la bondad, y, es más, la forma en que le tocaba la cabeza parecía crear claramente un peligroso trasfondo en dicha sonrisa. Entonces atrapó mi muñeca, la bajó hasta su nariz e inhaló profundamente mi aroma.

—Cuando estaba afuera, estaba muy nervioso, Desharow —murmuró—. Me preocupaba que una vez que volviera, te habrías escapado en secreto como la última vez.

—Ni una sola vez pensé en irme. Si te soy sincero, estaba arriba mirando tus colecciones de... eh, recuerdos. —Me rasqué la cabeza y expliqué, sintiéndome como un alumno interrogado por el director.

La fuerza de la presión en mi brazo capturado aumentó. Levantó la cabeza, con ojos oscuros que se aferraban posesivamente a mí, recordándome la escena en la que Agares me buscaba en la orilla mientras gritaba desesperadamente mi nombre después de que me escapara de su guarida la última vez.

En ese momento, mi cabeza estaba llena de miedo y no me importaba nada lo que él sintiera. Ahora que lo pensaba, tal vez para Agares, ese momento fue como tomar un cuchillo y arrancar un trozo de carne de su corazón, y ahora, tan pronto como dejara su vista, se sentía extremadamente inquieto.

𝒅𝒆𝒔𝒉𝒂𝒓𝒐𝒘 𝒎𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏/𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora