capítulo 48

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Como si tratara de evitar mis movimientos inquietos, Agares enrolló su áspera y larga cola de pez entre mis tobillos, sus brazos rodearon mi cuello para acercarme, permitiendo que mi cabeza descansara contra su pecho

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Como si tratara de evitar mis movimientos inquietos, Agares enrolló su áspera y larga cola de pez entre mis tobillos, sus brazos rodearon mi cuello para acercarme, permitiendo que mi cabeza descansara contra su pecho. Esta postura íntima me hizo sentir tanto avergonzado como nervioso, ya que no sabía cuándo Agares volvería a convertirse en una bestia bruta. Como me estaba quedando en su guarida, estaba básicamente a su merced.


Por lo tanto, cerré los ojos, fingiendo dormir.

Pero Agares no parecía tener ninguna intención de tocarme por el momento. Su pecho fluctuaba lentamente con ritmo, y su respiración cuidadosa–como una brisa marina–era larga y constante, extendiéndose suavemente por la coronilla de mi cabeza. Una de sus manos palmeadas, fuertes y anchas, similares a las de los jugadores profesionales de baloncesto, se apoyó sobre mi mano, como si fuéramos dos amantes homosexuales muy íntimos.

Este tipo de verdad no parecía estar planeando hacer algo.

Secretamente, giré la cabeza hacia un lado para mirarlo. Sus habituales ojos brillantes, intensos y cautivadores ahora mismo estaban cerrados. Las gotas de rocío mezcladas sobre sus largas pestañas goteaban por el alto extremo superior de su nariz perfectamente respingada. Parecía una estatua silenciosa y pacífica.

Agares parecía estar durmiendo y, además, realmente se había quedado dormido. Sin embargo, no me atrevía a despertarlo ni a escapar mientras durmiese.

No había duda de que fallaría. Estaba seguro de que incluso antes de que pudiera sacar mis piernas de su cola grande y mortífera, Agares ya estaría despierto.

Volví a cerrar los ojos, respiré hondo unas cuantas veces y traté de tranquilizar mi cuerpo rígido. Sin embargo, con el raro aroma hormonal dando vueltas en la guarida, no pude conciliar el sueño. Mi corazón latía rápido y todo mi cuerpo se cubrió de sudor. Estar simplemente acostado aquí, inmóvil, me hizo sentir que mi fuerza física se estaba agotando rápidamente. Solo yací allí durante un par de minutos y mi cuerpo ya me había traicionado...

Mi estómago soltó una serie de ruidos retumbantes.

—Ah... ¡Maldita sea!

Tragué. Recién me daba cuenta que no había comido nada durante un rato. Agares claramente se sobresaltó gracias a mí. Había abierto los ojos. Me sentí un poco avergonzado mientras me frotaba el estómago vacío. —Oye... um eso... tengo... hambre.

Perplejo, Agares estiró su brazo y presionó su garra palmeada sobre mi estómago. Con ansiedad, me quedé mirándolo. Realmente me estaba muriendo de hambre y la única forma de obtener comida era a través de él. Agares, como si hubiera captado mi punto débil, me miró en tanto la comisura de su boca se levantaba de una manera bromista, soltando una risilla.

Su garra palmeada me pellizcó levemente el mentón, acercándome aún más a su lado. Desconcertado, me preguntaba qué quería hacer exactamente, y pronto lo vi acercar su oreja puntiaguda a mi cara, como si me insinuara que hiciera algo.

𝒅𝒆𝒔𝒉𝒂𝒓𝒐𝒘 𝒎𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏/𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora