capítulo 77

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No pude evitar envolverme alrededor de su cuello y saborear este beso a mayor profundidad

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No pude evitar envolverme alrededor de su cuello y saborear este beso a mayor profundidad. Su lengua resbaladiza invadió entre mis labios y dientes, una lengua suavemente experimental, lamiendo cada centímetro de mi cavidad interna ya hinchada debido a actividad anterior causada por la mutación. Era como si estuviera consolando silenciosamente mi corazón asustado. Después de eso, se movió hacia el lóbulo de mi oreja, comenzó a oler tozudamente mi aroma y presionó sus labios para obtener una muestra del sabor de mi cuello.

Quizás fue debido a la supresión de las cadenas de hierro, pero su beso al fin había regresado al nivel de desenfreno original. Como un pervertido borracho, su cabeza se meció perezosamente, merodeando en ambos lados de mi cuello. Entre este roce íntimo, sentí el balanceo de la sexy manzana de Adán tocándome el mentón periódicamente, lo que me permitió sentir sus hormonas masculinas fuertemente suprimidas que suscitaban involuntariamente la calentura de mi cuerpo.

Cerré los ojos y subconscientemente lamí sus orejas, que sabían a la salinidad del agua marina, mientras mi mano toqueteaba inquietamente su pecho rocoso. Aun así, no me atreví a bajar...

Lo que sucedió hace unos minutos fue como un mandamiento que impedía que mi razón cruzara el límite.

—Maldita sea, ¿así que este va a ser un período de abstinencia? Qué tormentoso es esto. —No pude evitar quejarme en voz baja. Dios sabe que, si pudiera, estoy dispuesto a tomar la iniciativa de montarlo solo para que me lo hiciera. Mis piernas no pudieron evitar enredarse con su cola húmeda, con mis pies descalzos acariciando juguetonamente esas diminutas escamas que estaban incrustadas como una cota de malla. Enterré mi cabeza en su cabello y solté un bajo suspiro de insatisfacción. Su respuesta fue un mordisco castigador en mi oreja, y sus labios se aferraron a ese lugar mientras soltaba una risotada tarareada que me dejó comezón en la oreja.

¡Diablos! Maldije en silencio, y moví ligeramente mis nalgas heridas. El dolor que reaccionaba entre mis piernas ya me recordaba que debía detener mi ondulante lujuria carnal.

Así, a regañadientes, retiré mi atención a la fuerza y acaricié con mis dedos las cicatrices entrecruzadas que marcaban su pecho y abdomen. Mi corazón inmediatamente tembló y se hundió hasta el fondo. De repente fui traído de vuelta a la dura realidad. —Oye, estas cosas horrorosas, la materia oscura que mencionaste, es lo que te infectó cuando estabas atrapado en ese pasaje del vórtice, ¿cierto?

Agares asintió.

—¿Hasta cuándo te torturará, hay alguna manera de arreglarlo? —pregunté con voz taciturna. Me incorporé un poco y lo miré a los ojos, sintiendo que estaba haciendo preguntas superfluas. Si aún fuera estudiante de la Academia Marítima Rusa de San Petersburgo, podría haber encontrado una manera de lidiar con ella experimentando con la materia oscura secretada por Agares, pero ahora era un inútil.

—Hay una manera, pero sería un precio muy grande a pagar. No puedo soportar pagarlo —murmuró Agares, frotando mi mejilla con sus labios levemente abiertos.

𝒅𝒆𝒔𝒉𝒂𝒓𝒐𝒘 𝒎𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏/𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora