capítulo 51

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—Desharow

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—Desharow... ¡Desharow!

Agares rugía mi nombre en voz alta, el sonido similar a un trueno. Donde sea que pasara, era como un tornado abriéndose paso, e incluso las hojas a mi alrededor temblaban. Quizás se había dado cuenta de que su aullido me espantaría, pues de repente se tranquilizó y simplemente levantó su largo y poderoso cuello. Con los ojos entornados, era como si quisiera oler cada voluta de aroma en el viento, tratando de distinguir mi paradero con ellas.

Yacía nerviosamente en el suelo, escondiéndome en la sombra. Solo Dios sabía cuánto quería enterrar todo mi cuerpo en el fango. No podía saber si Agares podía oler mi aroma o no, pero tal vez era solo cuestión de tiempo.

Esperaba que mi suerte fuera un poco mejor. Sin embargo, obviamente se podía discernir cuán furioso estaba Agares. Solo se había ido en búsqueda de alimento o dirigido al mar para resolver algunos problemas, regresando solo para descubrir que yo había escapado y, además, ¡que incluso me había llevado sus pertenencias! Si me capturara, ni siquiera se necesitaría usar la cabeza para saber qué clase de castigo emitiría. ¡No debo permitir que vuelva a hacerme ninguna cosa que requiera contacto físico!

Fue en este momento que sentí un pinchazo agudo y doloroso en el tobillo, y cuando bajé la mirada para revisar... Dios mío, había tres largas sanguijuelas tratando de perforar sus dientes en mi piel, y una ya se había enterrado hasta la mitad en mi carne. El dolor era similar a un punzón pinchándome la carne. Quise saltar de inmediato y deshacerme de estas malditas criaturas repugnantes, pero la racionalidad y la experiencia me detuvieron en seco. Si me moviera siquiera un centímetro, sin importar cuán insignificante fuera el movimiento, Agares lo percibiría. Además, eliminar sanguijuelas requería un método especial, por lo que incluso si me levantara ahora, no ayudaría en nada.

Me cubrí la boca y la nariz, y soporté el dolor inmóvil mientras observaba atentamente a Agares no muy lejos. Giraba la cabeza para oler el aire, pero parecía que todavía no podía rastrear mi olor.

Su pecho como roca jadeaba ferozmente con emociones, y entonces, de repente, arqueó la espalda, permitiendo que su larga cola se golpeara violentamente contra un árbol, tan rápido como un rayo. Pronto se pudo escuchar el chasquido del árbol partiéndose en dos. Su afilada aleta caudal se había liberado en el aire, la cual emitió un terrorífico sonido de azote que atravesó el aire cuando casi roza la coronilla de mi cabeza, ello antes de volver a sumergirme en el suelo fangoso, escalofríos recorriéndome la columna vertebral.

¡Dios mío, ruego que no me vea! Enterré mi cara en mi brazo para reprimir mi respiración temblorosa. En el viento llegó la ronca y profunda voz de Agares, —¡Desharow, no puedes dejarme! Cambiarás... ¡Me necesitarás!

Todos mis músculos se tensaron aún más. Podía sentir el distintivo dolor de las sanguijuelas enterrándose en mi piel, pinchando las profundidades de mis nervios y haciendo que mis pantorrillas se contrajeran. Me mordí el brazo y me quedé tan quieto como antes, sudando como un cerdo mientras perseveraba.

𝒅𝒆𝒔𝒉𝒂𝒓𝒐𝒘 𝒎𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏/𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora