capítulo 22

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Quiero escapar, pero tengo muy claro que no tengo a dónde

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Quiero escapar, pero tengo muy claro que no tengo a dónde. Solo puedo hacer mi mejor esfuerzo para lidiar con Agares, para retrasar el ciclo de su brote de deseo y reducir la posibilidad de volver a ser violado por él.

Al menos, [Agares] aún no...

Mis ojos se deslizaron involuntariamente hacia la membrana escamosa cerrada debajo de su torso, el arma letal durmiente todavía no ha mostrado ningún signo de erección, lo que calmó mi corazón incierto. Quité mis ojos de allí como un ladrón furtivo, pero colisionaron con dos profundas pupilas inquisitivas. Mi mano no puede evitar crisparse de sorpresa; me sentí frenético, como cómo se sentiría un ladrón al ser atrapado con las manos en la masa.

—Cómo hiciste que...

La esquina de la boca de Agares se levantó, albergando una intención maliciosa. Sus pestañas de color claro descendieron para revolotear sobre su propio abdomen antes de levantar los ojos para volver a contemplarme directamente con una mirada urente, —Mi cosa... ¿te... gusta?

Un irritante zumbido pasó volando por mi cabeza, similar a la humillación de que [él] me desnudara, y esto avivó mi impulso de agarrar la aguja de extracción de sangre, y sin ninguna vacilación, apuñalarla profundamente en su músculo mientras lo miraba fríamente.

—Lo siento, necesito tu análisis de sangre para la siguiente parte de mi estudio, bestia.

Dije eso ferozmente sin ningún signo de preocupación, pensando que se enfurecería por mi ofensiva acción de sacarle sangre de repente. De esta manera, también podría experimentar el sentimiento de ser ofendido por otra persona. Así, al menos puedo recuperar un poco de mi dignidad masculina. También prefiero que esta bestia vulgar se enoje conmigo a que me provoque tan lujuriosamente.

Sin embargo, para mi sorpresa, Agares no mostró ningún signo de enojo hacia mi contraataque. Su sonrisa simplemente se redujo, pero aun así tomó la iniciativa de relajar su brazo, permitiéndome sostener su muñeca con fuerza. En silencio, me observó sacar un gran tubo de líquido azul de sus vasos sanguíneos.

En el momento en que saqué la punta de la aguja de su brazo, Agares me agarró la muñeca y fui jalado hacia su cuerpo, casi cayéndome sobre él. Por suerte, mi reacción fue rápida y, apoyando mi codo sobre el suelo, fui capaz de evitar caer más. Mi cabeza quedó colgando a solo un dedo de distancia del tritón, haciendo que mi corazón quedara atrapado en mi garganta, casi desmoronándome.

Agares me miró con los ojos entornados, como si midiera pensativamente mi estado de ánimo actual, absorbiendo mi pánico como el nutriente de su placer.

Hice mi mejor esfuerzo para resistir la vigorosa fuerza cual tenaza en mi brazo, y lo contemplé casi rígidamente. Él, por otro lado, estiró uno de sus largos y delgados dedos que estaban apoyados con una uña peligrosamente afilada, y limpió una gota de sangre azul que estaba a punto de gotear de la punta de la aguja, e inesperadamente, la untó a lo largo de mis labios. Su boca y dientes entonces se unieron a mis orejas, y comenzaron a susurrar irresolutamente, como si tratara de lanzar un hechizo.

𝒅𝒆𝒔𝒉𝒂𝒓𝒐𝒘 𝒎𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏/𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora