capítulo 46

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Después de usar agua fría para lavarme la cara, el fango finalmente se había limpiado, pero mi corazón todavía se sentía caótico e insoportable

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Después de usar agua fría para lavarme la cara, el fango finalmente se había limpiado, pero mi corazón todavía se sentía caótico e insoportable. Lafarre no había sido prudente y quiso acercarse a mí para hablar, pero pronto fue ahuyentando a una esquina cuando vio que mi rostro estaba rebosante de enojo.

Él conocía mi temperamento. Yo era alguien que por lo general era amable cual cordero inofensivo, pero una vez que me agitaba, me encendía y me convertía en un lobo que poseía colmillos y garras extremadamente afiladas. Así que, como resultado, al fin pude ganar un poco de paz y tranquilidad, solo.

Aparte de mi corazón inquieto, mi cuerpo estaba caliente por todas partes, como si tuviera fiebre. Hace un momento, cuando Agares me había tocado, mi cuerpo había reaccionado fisiológicamente. Hasta ahora, eso todavía no había bajado. No me atreví a mirar en qué condición se encontraba mi entrepierna, porque sabía muy bien que... estaba duro. Sucedió exactamente cuando Agares había pegado sus labios en el lóbulo de mi oreja. Si hubiera retrasado mi escape, me temo que, como un gato callejero que había olido el olor a pescado, no habría podido resistirme y me habría sometido automáticamente a él.

¡Odioso! Esto hace que uno se sienta demasiado... avergonzado.

Después de quitarme la chaqueta, me vertí el resto del agua sobre la cabeza. El agua helada bajó rápidamente mi temperatura corporal, pero no pudo apaciguar el deseo inquieto del interior. Mi mitad inferior seguía levantada de excitación.

Ni yo mismo sabía de dónde venía este intenso deseo; era como si hubiera aparecido por el anhelo a Agares.

Como un ladrón sintiéndose culpable, giré la cabeza en secreto para mirar al estanque. Por suerte, parecía que Agares ya no estaba en la zona, pues no pude ver ninguna señal de él. Solté un suspiro de alivio, tragando profundamente y descansando mi espalda contra un árbol. Apretando mis dos piernas, usé el material áspero de mis vaqueros para frotar mi punta palpitante.

Resistí el impulso de meter mis manos dentro de mis pantalones, pero cuanto más aguantaba, la reacción debajo se hacía cada vez más intensa. Mi espalda se empapó completamente de sudor y mi respiración también se apresuró más. Con Lafarre a unos metros de distancia, no podía evitar preocuparme de que me escuchara.

Sin embargo, la cosa en mi mitad inferior se había hinchado demasiado y me dolía tanto que juré que no podría soportarlo más. Siempre fui alguien que no podía contener el deseo físico, pero si me masturbara aquí, alguien definitivamente lo descubriría. Además, no me atrevería a hacer este tipo de cosas frente a nadie más, especialmente porque también había una mujer por aquí.

Encima, estaba la posibilidad de que Agares me espiara.

Pensando en eso con extremo recelo, mis ojos miraron los alrededores. De repente, no muy lejos en la oscuridad, de casualidad vislumbré un par de orbes indistintos y brillantes.

𝒅𝒆𝒔𝒉𝒂𝒓𝒐𝒘 𝒎𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏/𝒏𝒐𝒗𝒆𝒍𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora