Cap. 5 Anecdotas de una Navidad

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*Siete meses antes*


¿Entonces si vendrás para las fiestas? Todos queremos verte.

Mientras ordeno mi habitación, la computadora portátil está puesta sobre el tocador, detrás de esa pantalla se encuentra mi hermana.

Claro que sí, tonta, ¿Por qué la pregunta?

La conozco perfectamente, tanto así que sé que la carcome la curiosidad.

¿Recuerdas que papá estaba planeando en viajar a México para esta Navidad?

Si, lo recuerdo.

Bueno, no iremos.

Volteé al computador y al ver su rostro, estallé en risas. Su expresión es de una persona completamente confundida, sólo que ella muestra los dientes de una forma graciosa.

Pero, si papá dijo que ya tenía los boletos.

Pues... puede tener boletos para otras personas...

No jodas, _____ ¿Estas bromeando?

¿De qué hablas tú? —Me hago la loca cuando perfectamente se lo que papá tiene en mente.

Claro, ahora te haces mensa, sabes de lo que hablo. —Cruzó sus brazos mientras me veía seria.

A pesar de los miles de kilómetros que nos separaban, esa mirada podía sentirla tan cerca, parecía querer clavarme un tenedor, bueno, no tanto así.

No, no sé de qué hablas. —Fingí demencia, me encanta sacar de sus casillas a mi hermana.

Créeme que si estuviera ahí te daría un almohadazo.

Pero no estás aquí ¡Ja! —Dije burlona.

Pero en 5 días lo estaré. —Reía y al mismo tiempo me levantaba el dedo.

Le voy a decir a mamá que me levantaste el dedo. —Le saque la lengua.

Este tipo de bromas solíamos hacer seguido, quizás para los demás es infantil pero el humor entre nosotras es así.

Bueno, ya fue suficiente. —Se recostó sobre su cama. —¿Va a venir la familia de Papá?

Se supone que era sorpresa...

¿Pero?

Pues ya te lo dije, tarada.

Permaneció callada por unos segundos. Por un momento creí que se había molestado, no por que la haya llamado tarada, sino, por que no le había dicho sobre el viaje.

¿Dije algo malo? -Tomé asiento enfrente de mi tocador.

No, sólo... estaba recordando nuestra última navidad en México. —Sus ojos se iluminaron y una enorme sonrisa se plasmó en su rostro.

Como si fuera ayer, comencé a recordar a la perfección esos días.

Sam ¿Recuerdas que me estampe en un árbol cuando jugábamos con la avalancha? —Comencé a reír.

Si algo nos caracterizaba a mi hermana y a mí en la familia, es que somos muy hiperactivas, desde muy pequeñas solíamos estar en deportes o realizábamos actividades donde tuvieran demasiada adrenalina.

Es por eso que, para esa navidad, nuestros padres decidieron regalarnos una avalancha. Una avalancha es una especie de carrito, que, con ayuda de otra persona, avanza, tiene su freno y volate.

The memories of a dream || Aidan Gallagher [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora