Mientras la celebración del Año Nuevo Chino envolvía la residencia de la familia Kung en luces y sombras, Liu Kang deambulaba por la oscura quietud de su propio mundo. La tradición y el afecto familiar se esfumaban en el vacío de su soledad.
Liu Kang, aunque respetuoso, notaba que su presencia no era prudente en la atmósfera hostil de la familia Kung, viendo que ya de por sí, les costaba aceptar incluso a Kung Jin, uno de los suyos. Kung Lao, en su intento de proteger a Liu Kang de las tensiones familiares, prefirió no insistir en que se uniera a la celebración. Jax, Johnny y Sonya, siendo americanos, no compartían la tradición china y estaban sumidos en sus propias vidas.
Kai, el amigo cercano de Liu Kang, estaba misteriosamente ausente, sin dejar rastro de su paradero. Sub Zero, aunque respetado por Liu Kang, era más un compañero de combate que alguien con quien compartir las festividades del Año Nuevo Chino.
Ajeno a la melancolía de Liu Kang, Raiden, el protector divino de la Tierra, conocía la situación de su Campeón. Raiden había compartido muchos Años Nuevos Chinos con los shaolin y entendía que Liu Kang estaba acostumbrado a la soledad y el entrenamiento constante.
Decidió llevar un rayo de luz a la vida de Liu Kang. En su forma divina, apareció en Edenia, donde la celebración del Año Nuevo Chino aún estaba en su apogeo. Buscó a Kitana, la princesa de Edenia y novia de Liu Kang.
—Kitana, he venido a llevarte a un lugar especial —anunció Raiden con una sonrisa cómplice.
La princesa, intrigada, aceptó la invitación y siguió a Raiden a través de un portal hacia el Earthrealm. Allí, en medio de las luces tenues de la residencia de la familia Kung, Raiden guió a Kitana hacia Liu Kang, que estaba absorto en sus pensamientos.
—Liu Kang, he traído a alguien especial para ti —anunció Raiden.
Liu Kang, sorprendido al ver a Kitana, iluminó su rostro con una sonrisa genuina. Kitana se acercó y lo abrazó con cariño.
—Feliz Año Nuevo, Elegido —dijo Kitana, expresando su afecto.
La sorpresa y la alegría llenaron los ojos de Liu Kang. En ese momento, Raiden, con una expresión comprensiva, se retiró discretamente, dejando a la pareja disfrutar de su compañía.
—Feliz Año Nuevo, Kitana. Gracias, Raiden —expresó Liu Kang, agradeciendo a su mentor divino por el gesto de compasión.
Juntos, Liu Kang y Kitana se sumergieron en la celebración del Año Nuevo Chino. Las luces y sombras que rodeaban la vida de Liu Kang comenzaron a difuminarse en el resplandor de un nuevo comienzo, mostrando que, incluso en medio de las adversidades, el amor y la amistad podían iluminar el camino hacia la esperanza.
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One Shots random de Mortal Kombat
HumorAcompaña a Liu Kang y Kung Lao cuidando a los iniciados en el Templo Shaolin, ríete con las locuras de Johnny Cage en sus fiestas extravagantes, y llora con los héroes en momentos de pérdida y sacrificio. El contenido va dirigido de fans para fans