Irá Incontenible

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CORONEL ZAHARIE

— Solo olvidó las cosas que no tienen importancia — contesta lanzando pequeñas risitas.

Mocosa insolente, aunque nunca esperaría que fuera decente, niñita. No crea que será la ganadora de este juego de tira y afloja.

— Ese bacalao se ve estupendo, pequeña. Sé una buena anfitriona y sírvame un poco — ordeno, señalando el plato que se encuentra enfrente de mí, forzando una sonrisa. Lo toma y comienza a llenarlo, se contiene para evitar botar la comida — debe sentirse extraña — le comento entrelazando mis dedos debajo de mi mentón.

— ¿De qué, señor? — pregunta extrañada con el ceño fruncido — ¡Oh! — exclama entre risas agitando un poco el cucharón, salpica pequeñas gotas en mi mentón y mi traje — lo dice porque una ex guerrillera le está sirviendo un poco de comida a un integrante distinguido de uno de los ejércitos más grandes de Europa. No se preocupe — se toca el mentón — o tal vez sí, digo, uno nunca sabe — concluye, colocando el plato enfrente de mí.

Limpiando mi mentón y mi traje con la servilleta de papel, no flaqueo. Siempre me he destacado como alguien meticuloso que nunca demuestra cuántos son mis deseos de enviar a los enemigos al otro mundo. Me mantendré templado, aunque esté compartiendo la misma mesa con la mano derecha del infame de su padre.

La aberrante mocosa comienza a servir su plato. Sin apartar su atención a mis movimientos.

— Por favor, Coronel, coma — dice al ver que no he tomado los cubiertos.

— Descuide, esperaré que usted primero lo haga — respondo con sutileza.

— No está envenenado, señor. Solo fue un chiste — ríe evitando el contacto visual, no quiere que vea reflejado la incomodidad en sus ojos.

Doce años han pasado desde que mi familia se destrozó. Mi querido padre y mi amada esposa partieron de este mundo de manera rápida y cruel por las manos del desalmado que crio a esta mocosa. Su apariencia de una niña frágil con mirada inocente no es más que una falsedad. La realidad que esconde es la de un demonio.

— Solo lo dije porque usted es una mujer y las damas van primero, aunque tenga un historial de víctimas tan grande — mi crítica provoca que la demonio apriete su mordida, abra más grande sus párpados y su espalda se endereza, subiendo sus hombros. Anhela que nuestro encuentro concluya más rápido.

Hinchando su pecho, exclama calmadamente —: Oh, está bien—  tomando asiento, coloca la servilleta en sus piernas, se esfuerza por mostrar quietud. El que ya sepa mis verdaderas intenciones no cambia el hecho de que yo también sé cuáles son las suyas. Probando el platillo, no gesticula ninguna emoción verdadera, debe saberle insípido.

— ¡Wow! — exclamó al probar el platillo — está muy delicioso — comento, qué sorpresa, el engendro sabe cocinar.

— Gracias, señor — se limpia la boca y vuelve a colocar la servilleta en sus piernas.

— ¿Aprendió buenos modales cuando estuvo en la correccional? — increpo arqueando una ceja.

— No señor, en ese lugar no aprendí nada. Fue gracias a Sara — responde con gratitud.

Esa Sara, siempre siendo una metiche. En verdad, sigo sin entender qué fue lo que vio en este engendro para querer ayudarla. Incluso aceptó sin protestar mi condición: retener su salario y enviarla al archivero del comando, todo con tal de alejar mi atención del demonio que quedó a su disposición, quedando en el olvido al no poder concretar.

— Veo que está siendo una buena tutora, también. ¿Aprendió a cocinar gracias a ella?

— No, señor, lo aprendí yo sola — mirando su plato y los demás platillos sobre la mesa, al fin deja de fingir y mostrando orgullo sonríe con plenitud.

— Vaya, nunca esperé que aprendiera algo diferente a matar.

Parece que sus esfuerzos se están yendo por el desagüe. Su cuerpo está nuevamente rígido. Niña, un poco más y explotarás. ¿Si serías bien idiota en atacarme con tantos hombres afuera y rodeados de cámaras? No importa, quiero ver que lo intente. El volver a verla esposada y detrás de los barrotes de hierro hará traer nuevamente paz a mi alma y a mi familia, hará que la capitana recapacite de una buena vez, que los criminales nunca cambiarán. Como nacen, así parten de este mundo. Se aprovechan de las buenas intenciones de las personas para usarlas en su contra. La capitana no comprende que esta mocosa solo la usa para algún día traicionarla y continuar con el legado que el maldito de su padre le ha dejado

— Debe estarlo extrañando — declaro. El engendro detiene su mano.

— ¿A quién, señor? — pregunta vacilante.

— A su querido padre — contesto.

La cuchara cae al suelo. Tragando seco, baja sus manos y las esconde debajo de la mesa, mostrándose más pálida. Gira su cuello y posiciona su mirada a la ventana que da vista hacia la calle.

— No, claro que no — responde con voz ronca.

— Descuida, pequeña. Aprovecha que estás conmigo para sincerarse y no se preocupe, prometo no decir nada — sonrío acercando mi dedo meñique.

— ¡No lo extraño, señor! — alza la voz — de hecho me alegra que se haya muerto — dice agradecida.

¿Si será verdad lo que menciona?, por qué no soy capaz de creerle a alguien que no me lo dice a la cara ¿o es que acaso no quiere que vea en  sus ojos la melancolía y la tristeza de no tener a su lado el que le enseñó cómo destrozar y traer dolor a familias inocentes?

— Tenían una buena relación fraternal — comento con sarcasmo.

— ¿Usted sí extrañaría a su padre si hubiera sido así como el mío? — pregunta con mirada confusa.

Una nueva cuchara ha caído al suelo. Toda la ira que tenía reprimida ahora ha sido liberada. Se desborda y arrasa como un caudal fuera de control, arrastrando mi puño bajo mi mano derecha y tocando mi arma que se encuentra en la pistolera de mi cintura. Me mantengo ansioso de sacarla y vaciarla en su cabeza. Sin embargo, eso es lo que anhela, que demuestre hostilidad. Así ella se hará de nuevo la víctima y se convertirá en la vencedora de esta contienda. Respirando profundo y lento, exhalo por la boca. Alejo  mi mano de mi pistolera y me esfuerzo por contenerme.

— Lo siento, señor — agacha la cabeza — discúlpeme, lo dije sin pensarlo. Lo siento — de nada vale que se disculpe, porque ahora deseo que sufra mucho más.

El Orígen De Mí Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora