Mi Deber Como Capitána

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SARA

— ¿Ven a esos tres hombres de allá? Están a punto de cometer algo, así que prepárense — digo a los soldados que miran confundidos.

— ¿Capitana, a qué se refiere? — pregunta Santos.

Silva ya comprendió tocando su pistolera, libera la correa de su arma pero la mantiene en su estuche. Por desgracia, no podemos accionar nuestras armas si no sucede primero algún tipo de provocación. Estando a unos metros, nos miramos los seis.

¿Quién será el primero en mostrar hostilidad?

Esos sujetos son los típicos extremistas, además de armas de fuego, ¿también portarán explosivos? Debemos ser cautelosos. Tengo una hija esperándome en casa, al igual que Silva y los hermanitos de Santos. No les daremos la satisfacción de irnos al otro mundo en nombre de su maldito dios.

Los policías de la feria detectan sospechas, estúpidamente se acercan, los sospechosos ya acapararon la suficiente atención. Se separan y sacan fusiles de largo alcance de sus vestimentas. Un disparo de mi arma directo al suelo hace dispersar a los presentes, un disparo más de Silva hiere en el abdomen a uno de los perpetradores, dejándolo en el suelo y fuera de esta encrucijada. Los policías también reaccionan, los sujetos más furiosos no tiemblan al accionar sus fusiles, las familias se cubren dentro de los pequeños quioscos metálicos, una pequeña tropieza y cae al suelo, la madre, en su desesperación, es herida en su pierna a la altura de su muslo.

— ¡Soldados, cúbranme! — ordeno.

Silva, como Santos, desde el borde mantienen a raya a los terroristas. Inclinada y contando hasta tres, me lanzo a la lluvia de balas. Tomando a la pequeña, me lanzo y caigo de espaldas

— Quédate aquí, bebé, iré por tu madre — la pequeñita de ojos azules asiente y cubre su cabeza entre sus piernas.

Desde el extremo de un impactado quiosco, ordeno en lengua de señas a Santos tomar a la mujer y apartarla del peligro. Silva y yo nos usaremos de escudo, marcando con los dedos la cuenta regresiva empezando desde tres. Desocupo la mitad del cargador de mi arma. Santos cumple con éxito las órdenes dadas, para ser novatos, están haciendo un trabajo excepcional. Los elogiaré frente al general, pero primero tenemos que salir vivos de aquí. Acercándonos junto con Silva, Santos se encargará de atender a la mujer. Lo seleccioné por sus conocimientos en primeros auxilios, a Silva por su tenacidad y pulso firme, y a Alférez por su ingenuidad y carisma. Los tres son perfectos para servir de custodios a una pequeña con actitudes desafiantes.

La mayoría considera este trabajo como lo más bajo, el permanecer dentro de un auto viendo un pequeño monitor sin nada más que hacer. Lo catalogan cansado y hasta una falta de respeto a todos sus años de formación. Sin embargo, no se dan tiempo para comprender que el trabajo de custodios de una niña como Daniela les abrirá muchas puertas.

Acercándonos y a la vez resguardándonos, impedimos que nos impacten los proyectiles. Al mismo tiempo que trazamos un plan, inesperadamente, los policías se encuentran en el fuego cruzado. Debo pensar deprisa cómo sacarlos de ahí. Se podría decir que estamos en desventaja al portar, cada uno, una Smith frente a fusiles AK-47. Al ser armas fáciles de adquirir en el mercado negro por su bajo costo, es más accesible a cualquier loco con deseos de conocer a su estúpido creador.

Un chasquido proveniente de los armas largas se produce, es nuestra oportunidad. Tendremos menos de diez segundos para dar fin a este circo. Con nuestra postura inclinada, nuestra velocidad es mayor. Con dos impactos a cada uno, los dejamos tendidos y sollozando con expresiones de dolor, manteniéndolos inmovilizados en la mira de nuestras pistolas. Nos mostramos rudos, sin embargo, no podemos evitar mirarnos y reír. Tal vez se deba a la adrenalina que aún corre fuerte por nuestras venas. El apoyo ha llegado y exhalamos a la vez.

El Orígen De Mí Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora