No Es Timida Es Temible

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PSICÓLOGA JENNYFER

(Cinco minutos antes)

-¿Por qué Daniela te pidió más dinero?

- Parece que también quiere llevarle banderitas a los soldados. Daniela es generosa - responde orgullosa.

- Ojalá todos del ejército se dieran cuenta de ello también - menciono.

El tierno gato de la niña Daniela se acerca deprisa y se esconde debajo del asiento para comerse la banderita que traía en su boca. Al girar de nuevo el cuello, observo a un hombre de estatura alta y contextura gruesa dirigirse a donde se encuentra Daniela

-¿Quién es aquel hombre? - inquiero.

El sujeto le sonríe, pero Daniela no le toma interés. Cruzan algunas palabras. Ella trata de esquivarlo, pero el hombre toma de su brazo y la retiene. Me levanto de pie y decido ir.

- No vayas - pronuncia afable.

- Pero Daniela puede herirlo y eso la metería en graves problemas - le increpo.

- No hará eso, solo observa - contesta con tranquilidad y seguridad.

El hombre se acerca a su costado derecho. Daniela permanece inmóvil. Solo es cuestión de unos segundos para retenerlo. Daniela, llena de furia, sujeta de su muñeca.

¿Es tanta la fuerza de su agarre?

El hombre se encoge. Su rostro es la prueba refutable del terror que está experimentando. Pasando saliva, mi cuerpo se congela ante tan imponente escena. Los militares se acercan. El hombre no se percata de que los soldados lo han tomado por los hombros y no parece escuchar las órdenes dadas por ellos. Daniela lo suelta y fija su mirada al suelo. Apartan finalmente al sujeto que no parece creer lo que le ha sucedido.

- Te dije que no iba a pasar nada - contesta inexpresivamente.

- ¡No pasó nada! - alzo un poco la voz - ¿Acaso no lo viste? Parecía que quisiera...

Me da temor terminar la última palabra.

- Daniela tiene un temperamento muy fuerte. Ese tipo debió haberlo pensado dos veces antes de molestarla - dice con una sonrisa de satisfacción.

- ¿Siempre ha sido así? - le consulto. Sara me presta atención - ¿esa conducta siempre se muestra así de fuerte?

- No ha sido fácil criar a una niña como Daniela - contesta subiéndose un poco su blusa a la altura de su abdomen, dejando a la vista varios rasguños y moretones - sin importar lo que pase, no me apartaré de ella - pronuncia concisa.

Ya me había acostumbrado en las sesiones que tengo con la niña Daniela a su comportamiento desinteresado e indiferente, a excepción de la última intervención al dejar de rebelarse en contra de las preguntas formuladas por los altos mandos. Su molestia era notoria. Debo admitir que mientras relataba el ataque del horrible asesinato de su familia, el crujido de la galleta al ser aplastada por su mano me hizo brincar un poco en mi asiento. Su expediente es una carta al horror vivido y dado por ella. Sin embargo, comprendí su sentir mucho antes de comenzar con las terapias. Sara me comunicó sobre la ira descomunal que Daniela oculta. "Debes ser cuidadosa y pensar en la manera correcta en cómo debes hablarle". Fue lo que me advirtió Sara. Ella no tiene ese impedimento, la puede reprender y Daniela no se enoja. Es lo contrario, se muestra culpable o triste siendo compensada de los afectos de cariño de Sara, haciéndola felizmente avergonzada. La manera en cómo me relaciono con Daniela no es precisamente del mismo modo. No obstante, siempre la he respetado y tratado con amabilidad. Al relacionarme con ella, he notado en la niña la falta de empatía hacia conmigo como a cualquier otra persona, y hoy me lo demostró mucho más en el encuentro con ese joven. Las cicatrices y heridas de Sara en su abdomen son pruebas de la verdad que oculta. Su alias dado por el mismo ejército colombiano, "el ángel de la muerte", no era solo prevención para mantener precavidos y atentos a los militares. Su alias refleja lo que hay ahí adentro, oscuridad... mucha oscuridad.

El Orígen De Mí Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora