goddess {Pedro Pascal}

1.9K 76 5
                                    


Llegar invicto a la tierna edad de 48 años suele convertirse en los años dorados de cualquier adulto. Se vuelve como una segunda adolescencia con un goce completo de consciencia y responsabilidades, todo parece ser de ensueño... hasta que la inspiración se agota y el asunto comienza a detenerse literalmente.

La primera vez solo me he reído apenado, pensé que el alcohol consumido un par de horas atrás me había anulado el juicio lo suficiente como para disfrutar una sesión de sexo vainilla con mi hermosa mujer después de un par de tragos en el bar.

Durante los meses posteriores el mantener encuentros íntimos comienza a resultar agotador al tener que complacee a mis amantes con tres horas de juego previo sin interrupción que les tuviese lo suficientemente entusiasmadas como para no darse cuenta que a este pobre diablo se le ha apagado la vela.

Buscar ayuda médica no cruzó por mi mente en ocasiones previas, ¿Qué podrían decirme más allá de que esto se deba totalmente a mi edad y solo bajen la poca autoestima que aún logro conservar?... Pero la falta de un buen polvo está haciendo estragos en mi vida cotidiana ganándome apodos poco favorables gracias a mi mal humor. Tengo que buscar ayuda pronto.

—¿Pero es seguro?.—Escucho un sonido de afirmación por parte de mi hermano a través del teléfono. Bueno, él es el médico.

—Es la mejor Uróloga que puedes encontrar en Los Ángeles, tiene un máster en Sexología. Sé que te sentirías más cómodo si fuese un doctor pero créeme que ella vale casa centavo que inviertas en sus consultas. Se ha graduado con mención honorífica cuando estudiamos juntos.

—Bien, tomaré un turno cuanto antes.

La sala de espera luce tan extrañamente pacífica que comienza a arrullarme un poco la soledad. No debería parecerme extraño ya que he pedido la última cita del día para evitar miradas curiosas sobre mí y mi pequeño problema. No hay pacientes y el equipo de trabajo se ha retirado hace un par de minutos por órdenes de la mujer que en este momento está haciéndome esperar impacientemente.

Señor Pascal, pase.—La dulce voz de esa jóven mujer entra por mis oídos causando en mí escalofríos. El nerviosismo recorre mi espalda por completo y mis manos sudan como nunca. ¿Esto es normal?.—Soy la doctora Anastasia Reed, ¿Qué puedo hacer por usted?

—Me da gusto conocerle. Si, uhm.—Es más difícil explicarlo cuando esta mujer es bellísima.—Últimamente estoy teniendo problemas para mantener relaciones.—Casparreo un poco con pena. ¿Porque me apena tanto hablar de mi miembro cuando es mi principal problema?

—¿Podría ser más especifico?.

—Si... últimamente tengo problemas para levantar el asunto.—Deja de ser un estúpido, Pascal. Solo levanta sus cejas y asiente convencida, creo que finalmente ha entendido a que me estoy refiriendo.

—Déjame revisarte.—Su mirada tiene cierto brillo travieso que pone mis nervios de punta. Parece que estoy en un maldito sueño.

¿Es ético tocar a los pacientes de esta manera? Mi mente divaga a una infinidad de escenarios cuando aquella mujer se arrodilla frente a mí. Sus manos apartan las mías y desatan sin pena alguna el cinturón que mantiene mis pantalones en su sitio. Muerde sus carnosos labios rosados con suavidad y tira de aquella incómoda prenda por su propia cuenta para quitarle de su camino. ¿Qué demonios?.

—Doctora...

—¿Problemas de impotencia, Pedrito? Yo te veo muy contento.— Canturrea despacio en mi oído antes de dejar un ligero apretón en el pesado bulto formándose dentro de mi ropa interior.— Rélájate, veamos que podemos hacer por ti.

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora