say yes to heaven {Pedro Pascal}

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"Dale una oportunidad a la paz, deja que el miedo que tienes se desvanezca. Tengo mis ojos en ti."

Las suaves olas de mar chocando con calma en la arena crean un sonido tan pacífico que parece re la entrada al mismísimo cielo. Las sábanas blancas que cubren a medias mi cuerpo se sienten aún más deliciosas y frescas que anoche mientras que el brazo que rodea mi cintura es más cálido y me sostiene con firmeza. Solo con pensar que nos queda solamente un día más en este paraíso quiero llorar.

Buenos días, chiquita.—Suspiro encantada y suelto un pequeño e inaudible gemido al sentir su vello facial hacerme cosquillas en la piel de mi nuca disfrutando de la sensación de sus labios al dejar un beso húmedo. Me encanta cuando habla en español solo para mí.—¿Ha dormido bien mi bella esposa?.

—He dormido de maravilla, lindo esposo.—Giro mi cuerpo con pereza, quedando frente a frente con el hombre que amo y admiro con amor ese rostro cansado que irradía felicidad.—No puedo creer que sea nuestro último día en Grecia.

—Prometo traerte todos los años, sin falta. ¿Qué quieres visitar el día de hoy? Podemos salir a desayunar y pasar el día en la playa.

—Me encanta la idea, cariñito.

Aunque la idea de desayunar con una espectacular vista al mar, tirarnos en la arena y untarnos protector solar mutuamente sonaba terriblemente encantadora, no pudo ser posible gracias a una tormenta no prevista jodiendo nuestro día. ¿Y ahora que hacemos todo un día encerrados en una habitación?

—¿Quieres que bajemos al spa del hotel? Leí que pueden hacernos faciales de arcilla.

—No. Preferiría quedarme aquí contigo. Pasar todo el día recostados en cama viendo televisión y comiendo todo lo que podamos, el clima está perfecto para un día de películas.—Su sonrisa se ensancha ante la idea. Sé que una de sus manías es comer en cama.

—Antes de desayunar cualquier almuerzo, quiero desayunarte a ti.—No necesita perderme permiso para ello, honestamente. Un inadvertido pero bajito gemido sale de mis labios al sentir la imponente mano de mi nuevo esposo recorrer la silueta de mi cuerpo con delicadeza.

—Soy tuya, Pedrito.—Diosito, cierra los ojos porque Pedrito va a faltarme al respeto.

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—¿Pedimos Room Service?.—Asiento y recibo de sus manos la pequeña carta con el menú del restaurante del hotel.—Pide lo que desees, cariño. Iré a darme una ducha.

—¿Si pido una pizza margarita la compartirías conmigo?

—Si, cielito. ¿Puedes agregar caramelos?.—Me extraña un poco su petición porque él no suele consumirlos. Que más da, es nuestro último día antes de volver a la realidad.

Durante nuestro noviazgo y parte de nuestro compromiso nunca nos dedicamos a pasar un día sin hacer absolutamente nada. Siempre teníamos una cita perfectamente planeada sin huecos en tiempo ni espacio, supongo que salir de la rutina será muy divertido. Puedo escuchar murmullos fuera de la habitación mientras estoy tomando una ducha. Escucho un par de comentarios y risas de cortesía además de dos disculpas por parte de mi ahora compañero de vida. A pesar de procurar tener nuestro descanso en un sitio con extrema discresión, no podemos evitar que algunas personas encargadas de nuestra comodidad le reconozcan.

—Cielito, ya llegó tu almuerzo.

En cuanto salgo del cuarto de baño envuelta en un fresco albornoz puedo ver la imagen más tierna que he podido encontrarme alguna vez en los últimos años. Es como un niño pequeño que ya se encuentra sentado a modo indio sobre nuestra cama con una bandeja sobre su regazo.

—Te ves adorable.—Me sonríe con timidez y palmea su costado invitándome a su espacio.

Que gran fiesta tendremos este día... mejor que nuestra fiesta de bodas.

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Sus piernas se encuentran a mis costados mientras una de sus manos descansa cómodamente en mi vientre y la otra brinda ligeros cariñitos en mi cabello aún algo húmedo. Come Twix y Hershey's sin preocuparse dejándome los pistaches solo para mí. Hemos estado en esta posición por tantas horas que hemos sido testigos de como el cielo de Santorini se ha nublado aún más y ya está oscureciendo.

¿Podrías creerme si te digo que nunca vi Clueless?.—Murmura en bajito sin despegar su vista del televisor frente a nosotros.

—¿Has vivido el doble de tiempo que yo, ¿Y nunca viste Clueless? Es una bendición que tengas una esposa que te guíe por el buen camino del cine.—Ríe con ganas y besa mi cabello ante mi comentario.—Me gusta estar así. Quisiera que así fueran todos los días.

—Mi agenda será complicada los próximos meses... te prometo todas mis horas libres para vivir más momentos como estos. Sabes que mereces lo más bonito de este mundo.

—Con lo que me das es suficiente.

—Tal vez te de un par de días extras en Santorini, cariño. El clima nos impedirá volar a casa.

—Te amo, ¿Si lo sabes, cierto?

—No estaría de más que me lo recordaras dos veces al día.—Escucho un pequeñito bostezo por su parte que dejo pasa.

—Puedo recordártelo ahora mismo.—Ronroneo girándome con cuidado con la completa intención de sentarme en su regazo y darle un poquito de amor.

Bueno, ya no. El Twix en la cara mientras duerme es su señal de no molestar.

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora