beautiful liar {Pedro Pascal}

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Cuando mi oído se agudiza lo suficiente como para escuchar el auto de Pedro adentrarse a la cochera mi corazón comienza a latir con fuerza en mi pecho tomando una velocidad a mil por hora, mi respiración se ha agitado y mis manos parecen tener vida propia al temblar sin control alguno mientras sostengo con fuerza la camisa blanca que se ha quitado la noche anterior antes de hacerme suya como cada noche desde hace tres años.

—Ya estoy en casa, dulzura. Te he traído la cena.—Escucho con atención toda su rutina, como deja sus llaves en el bowl sobre la mesa, deja la cena sobre la barra, abre el refrigerador de su bar para tomar una copa y se toma dos minutos para beber en silencio antes de subir a nuestra habitación. Cuando la puerta de la habitación cede ante su paso no puedo evitar dirigir mi mirada hacia aquel hombre que alguna vez juró respetarme por el resto de su vida y no ha hecho un buen trabajo cumpliendo con su palabra.—¿Estás bien? Hey, no llores cariño. ¿Qué pasa?.

Su cinismo disfrazado de preocupación me está colmando la paciencia.

—¿Qué es esto?.—Me asusta un poco la serenidad de mi voz, porque sé perfectamente que es cuestión de tiempo antes de que el diablo se suelte y destruya todo a su paso. La camisa entre mis manos se encuentra arrugada, no me extraña después de lo ocurrido la noche anterior solo que hay un pequeño detalle... una gran mancha de lipstick color rojo ha arruinado la tela del cuello y posiblemente también nuestro matrimonio.

—¿Qué?, ¿De que hablas?

—¡¿Qué es esto, maldito imbécil?!, ¡¿Porqué hay labial en tu camisa?!.

—Es tuyo.—Me mira consternado. Está asustado... pero eso no logra encubrir el remordimiento y la expresión de infiel recién descubierto.—Reina, ayer cuando llegaste a casa estábamos tan ansiosos por tenernos que olvidaste retirar tu maquillaje, ¿No lo recuerdas?.

—Nunca utilizo este color de lipstick. Ni siquiera tengo algo parecido en mi colección. ¡¿Quien te ha hecho esto?! Y no te atrevas a volver a mentirme.

—Perdóname.—Fue lo único que necesite para saber que la infidelidad ha tocado nuestra puerta. Mi cabeza no para de dar vueltas y puedo sentir el nudo en mi estómago formarse sin previo aviso.—Solo me tomaría una copa pero la situación cambió y... no significó nada. Lo juro.

—Aléjate.—Apenas soy consciente de mis propios movimientos porque todo parece dar vueltas.—Quiero el divorcio.

—No, Lucy. Por favor, escúchame.—Mi corazón parece pesar una tonelada cuando se arrodilla frente a mí buscando una manera de reparar el daño que ha ocasionado.—No.—Sus manos luchan por subir el camisón que cubre mi cuerpo logrando su misión de retirarla por completo en poco tiempo.—No, por favor. Déjame demostrarte lo mucho que te amo. Solo fue una noche que no significó nada, por favor.

Mi orgullo está cayendo en caída libre, sus dedos tocan mi piel haciéndome arder en llamas ante su toque; a pesar de mi ligera resistencia logra llevarme a nuestra cama y depositarme con cuidado en nuestro lecho el cual ha sido testigo de mil noches a su lado. Su mirada parece decirme todo, dedicándome un par de segundos solo para mí haciéndome sentir valiosa aunque a este punto solo sea un juguete roto. Sus manos se deslizan sin dudar hasta el inicio de mis bragas quitándolas de su camino hacia mi palpitante intimidad deseosa por su atención. Retira su camiseta y se deshace de sus pantalones por cuenta propia luciendo con soberbia el prominente bulto en su ropa interior, abriendo con cuidado mis piernas y trazando una línea imaginara desde mis rodillas hasta el inicio de mis muslos.

Ligeros gemidos cargados de lujuria abandonan mis labios ante el calor de su aliento, la punta de su lengua recorre con pericia cada centímetro de piel terminando por brindarle su completa atención en mi clítoris ya adolorido por tanta tensión. Su cabello se enreda con facilidad entre mis dedos deleitándome por escuchar sus quejidos ante mi toque sobre este. Estoy en el maldito cielo.

—Eres la mujer de mi vida. No me abandones.—Sus labios besan la piel desnuda de mi vientre con devoción y ternura, ¿Habrá hecho lo mismo con aquella mujer?.—Serás la madre de mi hijo, no puedo estar lejos de ti.

—No pensaste en nosotros anoche cuando estabas con ella. ¿Cómo puedo confiar en ti?

—No voy a defraudarte. Lo prometo, por favor. Perdóname.

Sus besos son ligeramente embriagantes, la vista de su abdomen recién trabajado es un deleite y la sensación de llenura en sus brazos por su reciente musculatura me hacen sentir segura aún dentro de la mismísima boca del lobo.

Gimo sin pena alguna cuando puedo sentirle presionar con firmeza mi entrada abriéndose paso en mi interior con una lentitud exquisita. Sus embestidas son lentas, como si quisiera grabar en su memoria cada segundo de este momento haciéndome sentir ansiosa pero deseosa por más. Toma mis manos con dulzura sosteniendo mi mirada con un brillo singular en sus ojos, tal vez solo sea el brillo de un infiel recién perdonado. Sus movimientos se han vuelto pesados y su pasión es retratada con marcas en mi piel realizadas por sus labios.

Sus manos en mi cintura me impulsan lo suficiente para sentarme sobre su regazo y ser quien lleve el completo control sobre nuestro placer dando ligeros saltitos sobre su cuerpo tensando nuestros cuerpos hasta el ansiado clímax. Su cuerpo se relaja y abraza mi piel tratando de asimilar nuestro momento de intimidad, besando mis labios con desesperante lentitud haciendo que caiga enamorada completamente de él... otra vez.

—Perdóname, no volveré a herirte. Eres lo más bonito que tengo en mi vida y no quiero perderte.—Sus caricias se sienten divino en mi piel después de haberme hecho suya de todas las maneras que le fueron posible.—No volverá a pasar, mi bebé y tú son mi prioridad. Nada va a reemplazarlos.—Su pecho es la almohada perfecta y su acelerado corazón parece ser una sinfonía perfecta, sus labios besan mi cabello con una ternura inexplicable sintiendo las yemas de sus dedos en la piel de mi vientre. Maldita sea, como te amo.

—¿Me lo puedes prometer?, ¿No volverás a engañarme?

—Lo prometo.





Mentiroso.

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora