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Llegamos a casa, miré la zona en la que el avión nos había dejado y no la conocía, hay muchas cosas que no reconocía de aquí.
—Esto es el aeropuerto privado que tenemos, no tiene pinta de aeropuerto, pero es la zona en la cual está, cuando necesitamos coger el avión porque queremos ir hacia algún lado, en lugar de sacarnos un billete nos venimos aquí y lo cogemos. —Dijo mi hermana al observar la cara que había puesto.
Solo alcé las cejas en respuesta.
Caminé detrás de ella, fuimos hacia el coche de papá, donde nos esperaba el chofer, le saludé con una sonrisa y guardé mi maleta en el maletero con su ayuda, el pobre hombre insistió en que quería echarme una mano, a lo que no pude negarme. Me subí al coche, me puse a mirar por la ventana. Ese simple gesto se había transformado en un pasatiempos, me encantaba hacerlo, ver como la vida pasa delante de mis ojos, e imaginarme cosas que nunca se cumplirían, al menos mi mente estaba distraída y podría disfrutar de las pequeñas cosas que la vida me estaba regalando, pero no nos dábamos cuenta por que íbamos muy ajetreados, por lo que todo pasaba a cámara rápida, y no parábamos a mirar más allá de lo que veíamos.
Otra vez estaba aquí, otra vez me sentía cautiva en la casa de mis padres, en la que estuve siete años, de los cuales no me acuerdo de nada, simplemente me acuerdo de cuando estuve en casa de mis abuelos.
No quiero mantener contacto con ellos, para que mis padres no puedan hacerle nada malo, no puedo denunciarlo por falso secuestro o algo por el estilo, así que mientras tenga menos contacto con ellos mejor.
El coche se paró en la puerta de la casa que ya era reconocida para mí, la miré con desgana, bajé del coche y cogí la maleta del maletero.
Mi nombre se oyó a mis espaldas, sabía que era mi madre, una madre exagerada.
—Altair cariño, ya estás aquí, no sabes el sufrimiento que hemos tenido al no saber dónde estabas... —dijo está en cuanto llegó a mi altura.
La miré y le mostré una sonrisa forzada. Sabía que solo había "sufrido" como ella había exagerado por que vio todo su mundo patas arriba, acostumbrada a que todo el mundo le hiciera caso. Vio que lo que tenia en mente no se cumpliría.
—Bueno, ahora no sufran más que ya estoy aquí —dije en un tono falso para que así pudiera ganármelos y hacer el plan que teníamos con Dunia.
Mi padre hizo acto de presencia y me miró.
—Jovencita, espero que no vuelvas a escaparte más. —Dijo moviendo el dedo señalándome.
—No, tranquilo que no lo haré —mentí, en cuanto solucionara todo lo que tenía que solucionar aquí y los desenmascare volvería con Dunia y Aslan.
Cogí la maleta y me encaminé hacia dentro, ya sabía dónde estaba cada cosa así que no tenían que ir detrás de mí como si fueran guardaespaldas.
Katrina estaba allí, me miró y me sonrió, a lo que yo también lo hice.
"Ella podría ser una buena aliada para que te ayude con lo que querías buscar" Pensé cuando la miré.
Entré a mi cuarto, y como si se tratara de un fan e ídolo mis padres estaban ahí parados delante de la puerta como si fuera famosa, o la obra de arte más cara de todo el museo.
Los miré con una ceja enarcada.
—¿Qué ocurre? —los miré a ambos.
Mis padres entraron a la habitación y cerraron la puerta detrás de ellos, sabía perfectamente que me iba a caer una bronca, pero sinceramente me da igual.
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El Tango (Reescrita)
RomanceAltair se ha criado con sus abuelos desde que tenía diez años. En su cumpleaños número dieciocho los padres optan por ir a por ella, para recuperar el tiempo perdido, o eso es lo que ellos dicen. Desde que se fue de su casa, le ha pasado de todo...