Al rato salió mi abuela y como un resort me levante para acercarme a ella.
—¿Cómo está? —Dije agarrándola por los brazos.
—Aun sigue con la anestesia, mueve los dedos y cuando le hablo mueve la cabeza, pero no termina de despertarse del todo. Gracias a dios que está bien, espero que pronto despierte.
—Seguro que si —le sonreí sobándole el brazo.
Mi hermana también se unió a nosotros y ambas abrazamos a mi abuela, verla sufrir me dolía como si me hubieran clavado varios puñales, ella había hecho de todo por mi y siempre la recuerdo con una sonrisa, el verla con sus ojos aguados y cada dos por tres soltar alguna lagrima me partía. Se que vamos a salir de esta.
—Chicas, por que no os vais a casa, me quedo aquí, cuando se despierte os llamo, son las doce de la noche, tenéis que descansar ha sido un día muy largo.
—no queremos dejarte sola.
—No te preocupes cariño, estoy bien —Dijo acariciándome la mejilla y el pelo.
—Cualquier cosa nos avisas, en cuanto despierte, lo suban a planta y todo ¿vale? —dijo mi hermana con el dedo alzado hacia mi abuela, como avisándola. —Sea la hora que sea, dormiré con el teléfono a lado —Añadió después.
Mi abuela asintió.
Sabía perfectamente que si hoy lo subían a planta no nos diría nada hasta el día siguiente no quería molestar, pero en este aspecto quería que me llamara, para saber que todo estaba bien, se me estaba instalando un nudo en la garganta demasiado fuerte, tenia ganas de gritar, llorar y romper cosas, se supone que el mes de la navidad es para que pases cosas buenas, pero eso no era así, había sido uno de mis peores años, desde que mis padres vinieron todo fue de mal en peor.
Nos despedimos de mi abuela y nos dirigimos a nuestras casas.
El trayecto lo pasé en silencio, no quería decir nada, tampoco encontraba las palabras correctas para hablar, sentía un nudo en mi pecho que me provocaba que no pudiera respirar con normalidad, me estaba dando una crisis de ansiedad, así que intente relajarme, haciendo respiraciones lentas. Aslan me miraba por el retrovisor, el vino en la moto, pero la dejó delante del hospital y nos vinimos en mi coche, no podía conducir y lo agradecía enormemente que no dijera nada, el coche se trasformo en un silencio, no se oía nada, ni la radio se había puesto.
Llegamos a casa, dejamos el coche en su sito y entramos, el cálido acogimiento que me dio mi casa hizo que me derrumbara, había intentado por todas las razones posible el no soltar ni una lagrima, pero en este momento me sentía frágil, sentía como si un cubo de agua fría hubiera caído sobre mi cabeza helándome por completo, creo que esto era lo ultimo que me faltaba por vivir. Aslan encendió la chimenea, y yo me arrodillé delante de esta llorando como si no hubiera un mañana. El moreno se arrodilló delante de mí, mirándome a los ojos, su silueta la veía borrosa de tanto llorar, me dolían las costillas, no respiraba con normalidad, pero me dejé llevar solté todo lo que había aguardado por mucho tiempo. Lo único que se escuchaba era el fuego quemando el tronco, y mis llantos, Aslan me abrazó y hundí mi cabeza en su pecho, los dos arrodillados frente a frente, el chispear de los troncos ardiendo, el aroma tan varonil que desprendía, el calor de su cuerpo y el mío juntos. Como un impulso lo agarré de la cara y lo bese, se mezclo con las lagrimas que caían de mis ojos, el toque dulce de sus labios y salado de mis lagrimas era todo lo que necesitaba en ese momento, llevé mis manos hasta su chaqueta y comencé a quitársela, el me la quitó a mí, fuimos deshaciéndonos de la ropa poco a poco, nuestros labios no se apartaba, nuestros ojos se clavaban fijos en el otro, terminamos en ropa interior y en un ágil movimiento me tumbó sobre la alfombra que había, sus manos ascendían y descendían por mi cuerpo haciendo estremecer cada parte de mi, este buscaba sus caricias como un poseso, se habían mezclado la rabia y la pasión, lentamente dejaba besos mojados desde mi cuello hacia mi ombligo haciéndome arquear toda la espalda, mis manos se deslizaban por el largo y ancho de su espalda, hasta que llegue a la cinturilla de sus bóxer para después quitárselos, todos estos movimientos lo hacía sin apartar la vista de sus ojos, ambos cuerpos desnudos, sintiendo el calor que emanaba, la pasión, el sentimiento, la desesperación, el ambiente se trasformo en un momento cálido para ambos, poco a poco fue introduciéndose dentro de mí, haciendo que gimiera sin control, nuestras manos se entrelazaron y nos dejamos llevar por el deseo acumulado.
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El Tango (Reescrita)
RomanceAltair se ha criado con sus abuelos desde que tenía diez años. En su cumpleaños número dieciocho los padres optan por ir a por ella, para recuperar el tiempo perdido, o eso es lo que ellos dicen. Desde que se fue de su casa, le ha pasado de todo...