Al día siguiente sonó el despertador, entreabrí los ojos para apagarlo y los primeros rayos de sol entraron por las rendijas de la persiana, me puse la mano en los ojos y acto seguido miré para ver la hora que era, no me acordaba a que hora puse el despertador ayer. Al mirar ahogué un grito, eran las cinco de la mañana, demasiado temprano, pero hoy íbamos a casa de mis abuelos, así que el humor me cambió, me activé y fui hacia la cocina a preparar el desayuno, cuando ya lo tenia terminado fui a despertar a Aslan, dormía como un bebe, estaba boca abajo, una mano abrazaba la cabecera, dejando ver sus perfectas facciones, sus cejas perfiladas, sus pestañas largas. Estaba en una postura que se veía relajado, sonreí de lado y después me acerqué para despertarlo, este no hacia caso. Empecé a moverlo.
—Aslan despierta, que tenemos un viaje, venga va dormilón.
Este se giraba y gruñía.
Después de varios intentos por despertarlo, al final conseguí hacerlo, me miró con los ojos entrecerrados para después rodear mi cintura y tirarme hacia él, hasta que caí encima.
—Buenas días —dijo con una voz ronca.
—Al fin te despiertas —sonreí acariciando el mechón de pelo que se le había esparcido por la cara.
Me dio un casto beso en los labios para después levantarme de un salto y ayudarlo a levantarse a él.
Me dirigí a la cocina para poner el desayuno encima de la mesa y después un Aslan bostezando entro en la cocina, nos sentamos y nos pusimos a desayunar.
(*****)
Llegamos a casa de mis abuelos, y esta nos abrió la verja para después esperarnos fuera del coche con una sonrisa de oreja a oreja, cuando bajamos nos envolvió a mi hermana y a mi en un abrazo que sentí muy maternal, era un abrazo que curaba todos los males y pensamientos negativos que pasaran por la cabeza, ella había sido para mi como una madre y todo lo que sé, es gracias a ella, si no hubiera confiando en mi desde el primer momento, y no me hubiera animado a hacerlo, no tendrían lo que ahora tengo, un trabajo que me encanta.
—Arlet cariño, cuanto tiempo sin verte —dijo mi abuela ahuecando la cara de mi hermana para después besarle la frente.
—Yo también te he echado mucho de menos, mis padres me prohibieron venir a veros, no quería que formarais parte de mi vida. Me arrepiento tanto... —dijo mi hermana mirándole a los ojos.
—tranquila, se como era tu madre, no pasa nada, no tienes que pedirme disculpas, nunca es tarde para recapacitar y hacer las cosas bien.
—Desde ahora quiero hacerlo bien con vosotros, quiero aprovechar al máximo todo el tiempo que perdí sin estar con vosotros. —Sonrío mi hermana para después abrazar a mi abuela.
Me aguanté las ganas de llorar, por que era un momento muy emotivo para mí, el ver dos personas importantes de mi vida juntas ya me sentía completa.
Ambas se separaron y mi hermana comenzó a hablar:
—Abuela, quiero presentarte a alguien, es una persona muy importante para mí. —Le hizo un gesto a Dunia y esta entró detrás de Aslan.
Se acercó a mi hermana y sonrió.
Mi abuela se quedó atónita, muda, sabia perfectamente que le había impactado el ver a esa persona con mi hermana.
—Buenos días señora, soy Dunia, la pareja de su nieta. —Estiró la mano y mi abuela se la agarró en modo saludo.
—Pero... es una chica... pensaba que era un chico, bueno estuviste casada con un hombre... ¿Eres lesbiana? —dijo mi abuela sorprendida.
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El Tango (Reescrita)
RomanceAltair se ha criado con sus abuelos desde que tenía diez años. En su cumpleaños número dieciocho los padres optan por ir a por ella, para recuperar el tiempo perdido, o eso es lo que ellos dicen. Desde que se fue de su casa, le ha pasado de todo...