Capítulo 19

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 A pasos torpes hice todo lo que dijo, aunque me haya caído más de una vez al suelo, creo que la nieve ya se había acostumbrado a mi porque nada más ponerme en los esquís perdía el equilibrio y me caía, por suerte no hacía daño y amortiguaba mi caída. Frustrada por no ser como mis acompañantes suspiré desde el suelo observando el panorama, parecía la única persona que se encontraba en esa situación, el instructor que se dio cuenta de donde estaba, se acercó a mi para luego levantarme.

—Levanta y vamos a practicar. —Dijo estirándome la mano.

—Me he dado cuenta que no valgo para esto —suspirando agarré su mano y me levantó.

—No digas eso, simplemente tienes que practicar más.

—Já, como si fuera tan fácil, he estado más tiempo en el suelo que de pie.

—No reniegues más y vamos.

Me acerqué con el chico hacia donde estaba el resto de la clase, seguí todos y cada uno de los pasos que hacían, me quedé con la copla, acto seguido me deslicé por una cuesta llena de nieve el aire frio sintiéndolo en mi cara me hacía estremecer, pero por otro lado me encantaba, ya que parecía como si no hubiera gravedad. Iba moviéndome con los esquís y poco a poco fui pillando el ritmo, ahora estaba un poco más segura de lo normal, iba motivada bajando por aquella cuesta en compañía de mis compañeros hasta que miré hacia atrás y vi a Dunia y Arlet que iban detrás de mí, por la izquierda salió Aslan y los observé sin darme cuenta de que había un trozo de nieve lo que hizo que tropezara y callera rulando lo poco que quedaba de cuesta, mi cara iba impactando con la fría nieve y me sentía cual pelele. Mientras caía iba oyendo mi nombre de lejos.

—Altair, gira con el cuerpo y clava los esquís para parar. —Dijo Aslan deslizándose rápidamente detrás de mí.

Intenté hacer lo que Aslan me había dicho, pero era inútil ya que sentí como mi cuerpo paraba en el acto quedándome boca arriba mirando el cielo.

—Terrible hostia me he dado —dije quejándome porque me dolía casi todo el cuerpo.

Todos llegaron a mi altura y Aslan se desprendió de los esquís para tirarse a mí de rodillas y cogerme de la cabeza para mirarme a los ojos.

—¿Estas bien? —dijo examinándome toda la cara, la cual estaba magullada por los golpes que me había dado.

—Bueno, eso de estar bien, no lo creo me duele la cabeza y el cuerpo —me giré a él.

Después bajó el instructor y se quedó mirándome, examinándome, me miró las heridas de la cara y empezó a tocarme los brazos y piernas para ver si me dolía algo.

—No toques, me duele todo. —Gimoteé del dolor que sentía cada vez que el chico examinaba mi cuerpo.

Vi como por un walkie decía:

—Necesito que envíes una unidad de rescate a la zona donde impartimos las clases de esquí, tenemos una joven que ha caído rulando por la cuesta inclinada, está conscientes, pero alega que le duele mucho el cuerpo, lleva magulladuras en la cara, y ha tenido suerte ya que no se ha caído desde más alto, estaba ya casi terminando, tropezó con una piedra y cayó, por favor envíe ya la unidad. —El chico guardó el Walkie. —Enseguida están aquí.

Suspiré tirada en el suelo.

—Tranquila cariño, estarás bien.

—Eso espero... me duele todo. —Se deslizó una lagrima por mi mejilla.

Al rato llegó una moto de nieve la cual llevaba una camilla en la zona de atrás, el para medico bajó de la moto y se acercó a mi para revisarme.

—Tranquila, le llevaremos al hospital para hacerle una revisión a ver si hay más daños internos. —Me cogió para ponerme en la camilla y después me ataron bien para que no me cayera.

El Tango (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora