capítulo 24

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Al día siguiente me desperté, no podía estar mas tiempo en la cama, mi cabeza no paraba de dar vueltas con el tema de Aslan, me sentía culpable de haber desconfiado de él de esa forma, pero se me juntó todo y se me vino el mundo al suelo, no sabia que hacer, no sabia que creer, simplemente me dejé llevar por lo que me habían enseñado, no pensé en nada más. No le di tiempo para que se explicara, pero esto tengo que solucionarlo.

Marqué el numero del hacker y al tercer tono se puso:

—¿Quién es?

—Buenos días, he mirado por internet los servicios que da, y me gustaría contratarlo.

—Bien, este tema me gusta hablarlo en persona, ¿Sabes dónde está la cafetería El sol naciente?

—Ahora mismo no, me he venido hace poco a vivir aquí y no conozco todo de este lugar. ¿Podrías mandarme la ubicación por WhatsApp?

—Ahora se la envío, nos vemos esta tarde a las cinco, como llegues cinco minutos tarde no hago negocios contigo ¿oído? No me gustan las personas impuntuales. —Dicho esto colgó el teléfono, me quedé con una cara de estúpida mirando al teléfono.

¿Pero quien se creía que era para tratarme de esa forma? La persona que hace negocios soy yo, ya que he sido la que ha recurrido a sus servicios. Espero que sea bueno. Me dejé llevar por las buenas calificaciones que tiene en su pagina web, y por todas las personas que habían recurrido a sus servicios. Espero que mis expectativas sean buenas.

Recibí un mensaje al WhatsApp de un numero que no conocía, el cual era el hacker para mandarme la dirección del lugar. Me metí en el Google maps y vi que quedaba a unos diez minutos de donde me encontraba. Dejé el móvil en la mesilla y me dispuse a cambiarme de ropa para ver a Aslan y pedirle disculpas. Dejé un monto de prendas sobre la cama por que no sabia que ponerme. Unos golpes se oyeron en mi puerta, le di el permiso para pasar y era mi hermana.

—Buenos días, ¿Cómo has dormido?

—Suspiré —no he dormido nada, estuve toda la noche dándole vueltas a la cabeza, me dormí cerca las cinco de la mañana, me acabo de despertar por que no podía seguir en la cama. Todo esto es mucho para mí, hay veces que ya no tengo fuerzas para seguir hacia delante.

—Cariño, eres muy valiente, te admiro. Verás que solo será un mal trago y pronto se solucionará.

—Eso espero... por cierto... ¿me acompañas para ver a Aslan?

—por supuesto que sí, ponte ese pantalón vaquero y el jersey de lana color rojo. —Señaló las dos prendas.

Asentí con la cabeza y comencé a ponerme lo que me había dicho.

Mi hermana me dio un apretón en el hombro y acto seguido sonrió.

—Verás que te perdonara.

—¿podrías acompañarme esta tarde a la cafetería el sol naciente?

Me miró con una expresión seria en su rostro para después responder:

—¿Has dicho el sol naciente?

—Si, ¿cuál es el problema?

—¿Qué has hecho?

—Nada, ¿Por qué?

—Dime inmediatamente que has hecho y por que quieres ir para allá.

—suspiré frustrada y me senté de mala gana en la cama. —Anoche me puse a ver hacker, o personas que se les diera muy bien la informática, encontré un numero de una persona que tiene muy buenas reseñas, me puse en contacto, y me dijo que esta tarde nos viéramos en esa cafetería.

El Tango (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora