Capítulo 14

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—Aquí comienza nuestra nueva vida —dije sonriendo y sentándome en el sofá.

—Si, aquí comienza nuestra nueva vida —repitió lo que le dije y se sentó a mi lado.

—¿Queda muy lejos de la ciudad? —pregunté mirándole a los ojos.

—No, ¿Por qué?

— Mañana empiezo a trabajar en la empresa que tiene el padre de Dunia aquí en España, su tío me contrató, y tengo que ir, no puedo faltar al primer día.

—Mañana cuando te vayas, yo me voy contigo, tengo que seguir yendo a las clases de baile.

—Otra cosa, ¿Cómo llegaste tan rápido si hace poco estabas en Turquía? —pregunté interesada.

—Estuve hablando con Dunia, y me dijo que te habías vuelto con tus padres, estaba esperando a que me bajara un poco la borrachera para coger un avión y venir, había investigado un poco sobre tus padres y descubrí, lo que tú has descubierto hace poco, contrataron a una modelo de una agencia donde ellos tenían mano, quise enseñarte lo que había encontrado pero no me diste opción, ahora te lo enseño —levantó un poco la pelvis para sacar el móvil que tenía en el bolsillo de detrás para después enseñarme una foto que había encontrado.

Agarré el teléfono y me quedé estupefacta mirando aquello que se mostraba en la pantallita, mi boca se abrió formando una perfecta O, acto seguido comencé a echar sapos y culebras por la boca, Aslan se quedó mirándome, me levanté del sofá abrupta, para seguir maldiciendo y caminando por el pequeño comedor.

—Son unos irrespetuosos, no tienen corazón, tendría que haberme quedado con mis abuelos y no haber descubierto nada, despreciables, manipuladores —tomé una bocanada de aire para seguir —Pero esto no va a quedar así, claro que no, haré algo para vengarme de ellos.

Aslan se acomodó para ver mejor la escena que estaba dando, sus manos fueron a parar detrás de su nuca y sus piernas cruzadas una encima de la otra.

Iba descargando toda mi ira con los insultos que me sabia y otros que ni siquiera sabían si existían o no.

Giré mi cuerpo parándome para observar al moreno el cual me miraba divertido.

—¿Te divierte? —pregunté cruzando mis brazos y recargando todo mi peso en una pierna.

—Un poco sí. —Dijo con esa postura tan calmada que tenía.

—¿Te parece muy gracioso lo que mis supuestos padres me están haciendo? Aunque ahora dudo si son mis padres de verdad o no.

—Me parece graciosa tu actitud, estas maldiciendo por todo el salón, hablando sola como si estuvieras hablando con cualquier ser invisible. Pero queda destacar que cuando te enfadas te ves más atractiva. —Dijo pícaro alzando una ceja.

—Lo miré haciendo un gesto con la cabeza. —¿Insinúas que solo soy atractiva cuando me enfado? —pregunté frunciendo el ceño.

—Solo digo que cuando te enfadas estas más atractiva, pero siempre has sido así.

Alcé una ceja.

Una carcajada broto de lo más profundo de su garganta haciendo que retumbara por el pequeño comedor en el que ambos nos encontrábamos.

—Aslan, deja de reírte y ayúdame a pensar algo para hacer...

Este se levantó del sofá, y me agarró del cuello para después acercarse a mí y susurrarme al oído lo que quería que hiciera, lo escuché atenta y sonreí de lado, después miré sobre mi hombro y el tenerlo así de cerca hacía que no pudiera pillar bien las cosas, por un momento nos quedamos mirándonos a los ojos, poco a poco nos íbamos acercando para besarnos, pero entonces, el teléfono de Aslan sonó, haciendo que fuera el quien maldecía ahora, me reí y este me miró divertido.

El Tango (Reescrita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora