Al día siguiente me desperté más nerviosa que de costumbre, había pasado toda la noche dando vueltas de un lado para el otro, no había descansado lo suficiente. Antes de que el despertador sonará me levanté y observé como Aslan dormía plácidamente, sonreí al verlo y después salí de la habitación para ir a hacer mis necesidades, al terminar fui a la cocina a preparar el desayuno, una vez lo tenía preparado salí al porche y observé que el cielo estaba gris y estaba muy oscuro, tenía pinta de llover, así recogí lo que había sacado y me metí para dentro por si decía de llover estar protegida.
Me puse a desayunar y mientras lo hacia mi cabeza daba vueltas con el tema de mis padres, para colmo tenía el juicio con ellos donde estaría también el supuesto abogado. Suspiré terminando de desayunar para después recoger e ir a la habitación a vestirme.
Al entrar Aslan ya no se encontraba allí, seguro se habría despertado y se encuentra en el baño.
Escogí un pantalón vaquero con una camiseta así más o menos elegante, para estar medio presentable para la ocasión. (En este aspecto doy gracias a mi hermana por obligarme a comprar ropa decente como ella le dice para las ocasiones).
Al rato sentí unas manos rodeando mi cintura y como acto reflejo eché la cabeza hacia atrás apoyándome en el espacio que había entre su cuello. Este rio seductoramente en mi oído lo que hizo que se me erizara todo el vello. Depositó un beso en mi lóbulo, sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.
—Buenos días pequeña, ¿te vas a ir sin mí? —susurró en mi oído de forma ronca.
—Buenos días, no me voy a ir sin ti, como estabas plácidamente dormido quise dejarte dormir, además las únicas que tenemos que estar allí somos mi hermana y yo. —Respondí manteniendo la compostura, por que como siguiera así no sería responsable de lo que pudiera pasar.
—Pero no olvide, señorita, que soy testigo directo de lo que pasó, al igual que Dunia.
—Lo sé, pero no me han dicho nada más, simplemente me dijo el comisario que tendríamos el juicio.
—Al menos déjame acompañarte —dejó un camino de besos húmedos a lo largo de mi cuello.
Cerré los ojos disfrutando aquel momento.
Me giré hacia él, subiendo mis brazos hacia su cuello para acto seguido depositar un beso en sus labios, este sonrió en mis labios para después continuar con el beso, me apartaba de él y este sediento de mi se acercaba para pillar mis labios.
Me separé de él, y me miró sorprendido.
—Si te quieres venir, vístete si no te quedas aquí —dije guiñándole el ojo.
Este me miró negando con la cabeza y al mismo tiempo sonriéndome para después darse la vuelta y buscar algo de ropa en el armario.
No era la primera vez que pasaba esto, ya que él y yo habíamos intimado en el tiempo que llevamos juntos, pero si ahora mismo siguiera provocándome de la forma en la cual lo estaba haciendo seguro llegaríamos tarde y eso no quería.
(*****)
Llegamos al juzgado antes que mi hermana, me llamó y me dijo que esperara en comisaria que no iba a poder pasar a por mí, se había despertado tarde. No tuve otra opción nada más que asentir y esperarla allí.
Cuando faltaban diez minutos para entrar llegó mi hermana apurada, al llegar a mi altura me saludó con una sonrisa forzada, se notaba que estaba cansada.
—¿Estuviste de fiesta anoche?
—No, lo que pasa que llegó Dunia a la casa para dormir conmigo y nos tiramos toda la noche viendo películas y bueno, no he pegado ojo en toda la noche —sonrió de una forma picara, y por su forma sabía que había estado haciendo algo más que ver películas.
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El Tango (Reescrita)
Roman d'amourAltair se ha criado con sus abuelos desde que tenía diez años. En su cumpleaños número dieciocho los padres optan por ir a por ella, para recuperar el tiempo perdido, o eso es lo que ellos dicen. Desde que se fue de su casa, le ha pasado de todo...