Secciones

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La seguí por la puerta del fondo, la que estaba detrás de las escaleras y la cual era la más grande de todas. En ella, la voz de reconocimiento no puso ninguna traba, ni pidió códigos por mi presencia, por lo que intuí que ya debía estar dada de alta, por aquella computadora que me tomó la foto. Conducía a un enorme comedor, con un mosaico en el suelo a cuadros blancos y negros. Había varias mesas redondas con manteles lindos en color gris y unas ventanas que daban al exterior.

—Este es el comedor principal, aquí los estudiantes pueden venir en cualquiera de los tres horarios ofrecidos en el día, en donde se les comparte el menú, que fue especialmente hecho por nuestros chefs —.

Caminamos entre las mesas y pude notar al fondo una cocina abierta que dejaba ver al menos ocho personas trabajando en ella.

—¡Ya verás que es riquísima! Todos los días se ofrece un menú diferente y se toman en cuenta absolutamente todos y cada uno de los requerimientos de cada estudiante. En el formulario, tu padre mencionó que eres intolerante a la lactosa, ¿cierto? —asentí con expresión confundida por la cantidad de información que me estaba costando asimilar.

Nos dirigimos a una puerta a nuestro lado izquierdo, que tenia una barra de luz verde sobre ella.

Al intentar abrirla se escuchó la voz de inteligencia artificial decir con su inquietante tono robótico: "Código de sección no válido". Por lo que la doctora insertó un código manual en la pantalla abriéndola de golpe. Y pasando a un espacio abierto con un tragaluz grande que permitía la entrada de lo que serían rayos del sol si no estuviera nublado.

Nos adentramos más al lugar y pude ver que el interior estaba adornado de pequeños jardines artificiales en donde, por primera vez, pude ver gente de mi edad.

Se encontraban sentados platicando o pintando, y me volteaban a ver curiosos mientras caminábamos junto a ellos atravesando el lugar. Pude notar que todos estaban vestidos iguales; llevaban uniformes de un color verde brillante, y para mi sorpresa, todos se veían bastante felices.

Estar ahí me dio, por primera vez, un sentimiento de esperanza, en el que pensé que quizá, no sería tan horrible del todo.

—Todo esto es la sección verde, en donde se encuentran los estudiantes asignados a este color. Sus habitaciones se encuentran al fondo, disponen además en el área común, de una bella terraza con vista al mar y un lindo espacio de jardín para relajarse un rato. Junto a la puerta por la que habíamos entrado se encontraba una enorme fuente de piedra que captó mi atención unos segundos, pero la doctora me apresuro para que la siguiera.

Finalmente giramos por el costado, al final de un largo pasillo.

Al fondo había una puerta con una barra de luz color naranja en la parte superior, cuya luz brillaba con bastante intensidad.

El lector confirmó mi número asignado y nos dio acceso. —Solo tienes acceso a las zonas que se te asignaron, por lo que cualquier estudiante de color verde no podrá entrar a esta zona— Mencionó, mientras entrabamos a otro salón parecido al anterior, solo que completamente techado, sin el bello tragaluz y sin jardines en él.

En el medio había una gran fuente y cuatro simples bancas alrededor de ella.

—De hecho, yo hice ese recorrido únicamente para que conocieras todo, pero ustedes tienen una puerta especial para llegar al comedor sin tener que pasar por la zona verde ¿de acuerdo?, está por allá—. Y señaló una puerta al costado de la que habíamos entrado. 

—Esa puerta entre secciones solo la utilizo yo o los guardias en turno.

En el lugar había solo dos estudiantes junto a la gran fuente de piedra, cuya estructura se componía de una simple roca gigante, de la que caía sobre toda su superficie, una capa de agua hasta descender a un pequeño estanque.

ARABELLA: La herencia de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora