Capítulo 20

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ZORO

-Estoy dispuesto a esperar por Sanji el tiempo que sea necesario porque lo amo, padre.- Se llevó las manos a la cabeza, agachándose para tratar de esconder su tristeza ante los ojos de George. Estaba agradecido por haberlo encontrado fuera de la capilla, si no, quién sabe lo que estaría haciendo ahora para quitarse la frustración de encima. Probablemente, habría golpeado a Mihawk, echando a perder todo el avance del último año.- Pero a veces, mis ansias de tenerlo se vuelven demasiado grandes. Me ahogo en ellas. Verlo volcarse en su fe, en la culpa que esta le trae, me vuelve loco.

-Son celos.- Concluyó el padre. Zoro lo miró como si a este le hubiera salido otra cabeza. - Estás celoso de que Sanji prefiera a Dios, hace un año también lo dejaste claro.

-Celos.- Repitió Roronoa. Otro defecto a la larga lista, como si ser jodidamente posesivo con Sanji no fuera suficiente. Maldita sea, ¿qué tan patético era? Estaba malditamente celoso de no ser el único en el corazón del rubio.- Esto es peor que los celos, porque me estoy comparando con alguien que ni siquiera existe.

-Bueno, eso lo discutiría mucha gente. Pero si lo dices de esa forma, suena ridículo.- George soltó una risa ronca,a lo que Zoro lo miró con una mueca de exasperación. Bien, debía aprender a leer la atmósfera.- Lo siento.

-Padre, estoy arruinado. Le dije cosas muy hirientes a Sanji, no creo que quiera volver a verme.

-No lo creo. Solo discúlpate y sé honesto.

-Será difícil ser honesto. Padre,...debo confesarle algo.


SANJI

No vio a Roronoa por dos días enteros. Fue bueno porque pudo pensar mejor las cosas, lo que no podría hacer si Zoro rondaba su alrededor. Era demasiado débil ante la presencia del moreno. La misma tarde que discutieron, tras el pasar de las horas, Sanji ya lo esperaba con ansías. Como si pudiera perdonar sus palabras solo porque lo amaba.

Honestamente, era una locura. Eran dependientes como si se tratara del agua o del oxígeno. Al principio, Sanji trató de aplacar sus emociones por la intensidad de las mismas. Y cuando apareció Zoro y decidió aceptarlo juntos a sus emociones reprimidas, pensó que su corazón se calmaría. Por el contrario, todo resultó muchísimo peor. Era como la droga, una vez que pudo probarla por completo, ya no se conformaría con pequeñas migajas.

Por ello, el enojo se le pasó antes de lo esperado. Y de hecho, aunque las palabras del pirata le dolieron, lograron que Sanji reflexionara. Para su disgusto tenía algo de razón.

Zoro fue el que cambió toda su vida por el bien de Sanji ¿Y cómo se lo pagó él? A parte del maravillosos sexo de reencuentro, absolutamente con nada. Siguió viviendo en su rutina diaria, prometiendo vagas esperanzas. Incluso cuando pensó en elegirlo, fue una idea fugaz que no tenía claridad ninguna.

Aparte, se había enojado sin razón con el peliverde, como si hubiera sido su culpa la muerte del contador. Que Dios lo perdonara, descargó toda su ira sobre el buen hombre.

Esperaba que Zoro no estuviera enojado con él, porque él mismo ya se detestó mucho cuando llegó a la conclusión de lo insensible que fue. Y lo fue desde el principio, porque de nuevo, ¿realmente tomó en cuenta los sentimientos de Zoro? Nunca. Mientras que Zoro conocía aspectos de su vida (pasado y gustos), Sanji no conocía absolutamente nada del peliverde.

¿Tenía familia? ¿Qué edad tenía? ¿Qué le gustaba comer? ¿De donde era?

Recordó las noches que pasaron en la Isla Roja, donde Zoro se encargó de preguntarle cientas de cosas. En ese entonces, le pareció un fastidio responder cuando se supone que ni debían estar juntos, ni mucho menos conocerse. De todas formas respondió, pero no se le ocurrió que podía hacer lo mismo. Y se arrepentía. Quería saberlo todo sobre Zoro.

Perdona mis pecados (ZOSAN +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora