EXTRA

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ADVERTENCIA: GOGOGO


ZORO

-Con cuidado.- Le dijo a sus hombres que estaban jalando el objeto pesado.

Habían encontrado un gran baúl a la deriva. Por el tamaño y el tipo de material era seguro que debía contener algo de valor. Esperaba que fuera un poco de oro o algo bonito para regalárselo a su chico.

Cuando el baúl ya estaba a bordo, le dio una patada al candado para que se rompiera. Abrió con cuidado la tapa y miró hacia adentro.

Sonrió.

*******

Después de la cena llevó a su bonito novio hasta su camarote. Debido a que fue un día especial (cumpleaños de Franky), Sanji había tomado un poco de vino, así que estaba un poco más alegre de lo normal. Y caliente, cabe decir.

Por lo que no se sorprendió que nada más entrar, este lo hubiera empujado a la cama para subirse encima.

-Quiero coger.- Dijo el rubio mientras desabrochaba los pantalones de Zoro a toda prisa. Él tan solo rió, le encantaba lo rápido que su novio había aprendido su mal vocabulario.- No te rías, hablo en serio.

-Lo sé, mi vida.- Tomó las caderas de Sanji y por el contrario de lo que esperaba el rubio, lo derribó a su lado para poder levantarse.

-¿Qué pasa?- Sanji hizo un pequeño puchero que hizo que Zoro quisiera acabar con la espera, pero no iba a perder la oportunidad de usar uno de los objetos que su tripulación encontró en la mañana.

-Espérame aquí un segundo. Ya vuelvo.

Corrió hasta la bodega para recoger lo que se había quedado del baúl y regresó hasta la habitación. Lo escondió detrás de su espalda y algo nervioso avanzó hasta la cama.

-No te enojes.- Dijo.

-¿Qué hiciste?- Respondió Sanji. Gateó hasta el pie de la cama y miró a Zoro con sospecha.- ¿Qué tienes detrás de tu espalda?

-Escucha.- Dio un paso más cerca.- Quiero probar algo. Es como una fantasía que he tenido desde hace un tiempo. Si dices que no, lo voy a comprender, pero piénsalo muy bien.

-Qué tramas.- Sanji echó su cabello para atrás, dejando ver sus hermosas cejas, luego alzó una en son de curiosidad.

-Me harías muy feliz, mi ángel.

-Dilo de una vez.

Sacó la prenda que escondía y la estiró bien para que pudiera verla el rubio. Era un hábito negro de monja. Bien, pueden juzgarlo, pero Sanji se vería tan sexy vestido así, que de solo pensarlo se ponía duro.

-No me lo pondré, ni los sueñes.- Sanji lo miró con claro disgusto. Se levantó de la cama y comenzó a ponerse sus zapatos para irse (ya compartían habitación, pero siempre que Sanji se enojaba solía ir a dormir a la cocina). Zoro lo tomó del brazo y lo acercó a su cuerpo.

-Por favor. Solo será una vez.- Acarició su rostro con la mano que tenía libre. Sanji inclinó la cabeza contra su toque, hambriento de tacto. Por más que lo negara, el rubio tenía tendencias muy lascivas. Lo había notado en seguida durante su convivencia. Solían tener sexo casi todas las noches, de las cuales la mayoría eran iniciativa de Sanji. No se quejaba, le encantaba.

Sin embargo, era consciente de que fue sexo vainilla todo el tiempo. Y lo que le estaba pidiendo ahora estaba rozando los límites de su novio. Sobre todo los límites morales.

Perdona mis pecados (ZOSAN +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora