ZORO
-Está fue la última vez.- Repitió Sanji mientras se paraba de la cama y se ponía ropa interior.
-Siempre lo es.- Zoro seguía acostado, demasiado cansado para vestirse. Además, desde ahí podía ver muy bien el cuerpo del rubio. Sobre todo, la espalda blanca de Sanji. Se sintió satisfecho viendo la cadena de marcas de besos que había dejado regada por toda la extensión.
Sanji lo fulminó con la mirada y se retiró al baño. Pasaron cinco segundos exactos, cuando el rubio volvió a salir enfurecido.
-¿Acaso eres una bestia? Estoy lleno de moretones por todas partes.
-Usted es el que insiste en que se lo haga más fuerte.- Sanji suspiró. Últimamente no discutían mucho. El padre Sanji había decidido para sí mismo que no valía la pena molestarse por algo que volvería a suceder.
Zoro sabía que ambos se habían vuelto adictos a aquello que tenían. Básicamente, fueron absorbidos por la lujuria. Se la pasaban cogiendo como putos conejos, y eso estaba dando problemas a Sanji. Más de una vez tuvo que vestirse deprisa para llegar a tiempo a ayudar al padre George con la siguiente misa.
El padre George...fue una suerte que no los hubiera pillado. Aún.
-¿Y si alguien ve las marcas?- Siguió quejándose el rubio mientras sacaba un nuevo par de medias del cajón.
-¿Porque alguien más lo vería aparte de mi?- Pensar en un escenario en el que eso fuera posible le hizo tener ganas de follárselo una vez más, solo para poder marcarlo hasta que prácticamente llevara su nombre. Sanji puso los ojos en blanco y se dirigió a la cama de nuevo, donde se tiró encima del peliverde.
A Zoro le encantaba eso, ver como el padre Sanji con cada día que pasaba, bajaba más sus defensas y se permitía tener pequeños momentos así.
-Me veo horrible.
-Se ve bien follado.- Besó la frente del rubio, a la vez que acariciaba su cabello. Sanji suspiró delicadamente.
-Cada cosa que sale de tu boca suena como a una ofensa para mí, pero lo dejaré pasar por hoy.- Zoro soltó una pequeña risa.
-Usted es hermoso, parece un ángel.- Sintió el cuerpo de Sanji tensarse ante sus palabras.
-Los ángeles son puros.- Murmuró contra su pecho.
-Entonces, es mucho más hermoso que uno. Sobre todo cuando se estira sobre el colchón y...-Sanji le golpeó en uno de sus pectorales, a lo que Zoro solo pudo soltar otra carcajada y abrazarlo más fuerte.
Aquella mañana se lo había planteado muy seriamente y ahora, con el sacerdote entre sus brazos, podía estar casi seguro que a él también le gustaba. Debía ser eso. Porque no había otra explicación para poder describir lo que Sanji le provocaba.
No solo era la parte física. Había algo más. Para empezar, todo en el padre Sanji le parecía bonito. Lo que jamás le había sucedido con ninguna otra persona, mucho menos con cualquier hombre. Después, lo extrañaba el tiempo que no se veían, a pesar de estar juntos toda la noche.
Luego, había una necesidad primitiva de querer protegerlo, de poseerlo, de que fuera solo suyo. Definitivamente, le gustaba el padre Sanji de una forma algo demente, pero le gustaba.
Tenía un conflicto con eso, porque un pirata de sus estatus no debería tener sentimientos que lo hicieran más débil, y mucho menos por un sacerdote.
-Debo irme.- Sanji se levantó de nuevo, esta vez para terminar de vestirse en serio. Dentro de una hora comenzará la misa del padre George y Sanji había prometido limpiar el altar. Se puso su hábito blanco con verde, que era exclusivo para ceremonias y salió de la habitación sin siquiera despedirse de Zoro.
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Perdona mis pecados (ZOSAN +18)
RomanceLa iglesia fue el hogar de Sanji desde siempre, así que vio natural seguir su camino hasta llegar a ser sacerdote. De hecho, le quedaba muy poco para ser ordenado como tal, pero justo antes de recibir su ansiado título, unos piratas entraron a la fu...