SANJI
-Padre, odio ver a mi marido hablar con la vecina de enfrente. Sé que nunca me engañaría, pero mis celos están volviéndome loca.- Habló Margaret tan rápido como pudo. La pobre mujer siempre se confesaba casi pasando tres días, y hablaba mucho. Como el día de hoy, que ya llevaba al menos una hora.
-Los celos, Margaret, son terribles. Te recomiendo que seas sincera con tu marido, la comunicación puede que alivie la ansiedad. Ahora, reza tres padres nuestros y nos vemos mañana.- Dijo para despacharla rápido. Si no lo hacía, temía que otros feligreses se marcharan debido a la espera.
-Gracias por sus consejos, padre Sanji. No sé qué haría sin usted.- El sacerdote sonrió satisfecho. Sin embargo, la mujer, lejos de irse, se acercó hasta las rejillas de separación. - ¡Casi lo olvido! Creo que debería confesar que también he pensado varias veces que el ministro Mihawk es ardiente.
-Claro.- Rodó los ojos por milésima vez ese día. El ministro llegó a solucionar los problemas del pueblo, pero a crearlos para Sanji. Si escuchaba una vez más una confesión parecida, iba a dejar una reclamación en el ayuntamiento.- ¿Algo más?
-Bueno, en realidad, sí. No solo lo he pensado sobre el ministro, ¿su guardaespaldas? Dios mío.
-¡Margaret! -Soltó por el descaro de la mujer.- Contrólate, hija. Estamos en la casa del señor.
-Disculpe, padre Sanji.
-No es necesario que te diga que son pensamientos pecaminosos, ¿cierto?- La mujer respondió con un ligero ruido de afirmación.- Ve y cumple tus penitencias, Margaret. Nos vemos.
-Gracias, padre.
Escuchó que la puerta del cubículo de enfrente se abrió y cerró. Sanji suspiró, esperaba que no hubiera muchas confesiones más. El mal sueño acumulado le estaba pasando factura y no se sentía muy motivado. Solo quería darse una buena ducha e irse a la cama.
De nuevo, la puerta sonó. Gracias a las diminutas rendijas, pudo ver la sombra de una persona. Ojalá, la última del día.
-Buenas tardes.- La voz del ministro alcanzó los oídos de Sanji. Le gustó volver a tenerlo allí y a la misma vez, le guardó un poco de resentimiento. Desde que Mihawk llegó al pueblo, no había reunión de feligreses en la que no escuchara hablar de lo estupendo que era. Al parecer, estaba ejerciendo muy bien su puesto. Y no solo eso, estaba robando mucho corazones, como prueba Margaret. Fue una complicación para Sanji, porque últimamente tuvo que apaciguar varias peleas entre mujeres deseosas de llamar la atención del hombre.
El principal motivo era el baile benéfico del pueblo. Era una tradición que este baile se organizara cerca de Navidad, y los ciudadanos debían asistir vestidos de forma muy elegante. Con el tiempo, según lo que escuchó, se convirtió en una excusa para pedirle a alguien ser su pareja. Por supuesto, todas querían invitar al ministro, que al parecer se encontraba soltero.
Supuso que sería un hombre muy atractivo. Le daba curiosidad verlo.
-Buenos días, ministro ¿Se confesará el día de hoy?
-No. Solo quería hablar un poco con usted.- Su voz ciertamente era atractiva. Muy atrayente.
-Puedo cerrar el confesionario, así hablamos con tranquilidad mientras tomamos algo.
-No es necesario, padre. Me gustaría hablar así con usted.- Insistió el ministro.
-¿Puedo preguntar la razón?
-Siento que así puedo ser más sincero.- Río. Una sexy voz ronca.
-Es el objetivo de los confesionarios.- Contestó Sanji, cediendo a su petición.- ¿De que quería hablar?
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Perdona mis pecados (ZOSAN +18)
RomanceLa iglesia fue el hogar de Sanji desde siempre, así que vio natural seguir su camino hasta llegar a ser sacerdote. De hecho, le quedaba muy poco para ser ordenado como tal, pero justo antes de recibir su ansiado título, unos piratas entraron a la fu...