Capítulo 7

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SANJI

Obedeció, pues  no era mentira cuando dijo antes que siempre fue bueno para seguir órdenes. Y más cuando venían de parte de una figura tan imponente como Roronoa. Tan solo su voz le hacía sentir ansioso por mantenerlo contento.

 En seguida, uno de los brazos de Roronoa se enganchó a su cadera para obligarlo a poner el trasero hacia atrás. Para no desestabilizarse, Sanji se agarró a los barrotes de la celda.

-Ahora abra las piernas.- dijo el peliverde con la voz ronca. Sanji las abrió, dejando un pequeño espacio entre ellas. Sin embargo, no fue suficiente, pues Roronoa empujó una rodilla contra ellas para abrirlas aún más. Mentiría si dijera que aquello no lo asustó, de hecho, un destello de conciencia hizo que pensara seriamente en huir, pero la anticipación por sentir placer de mil formas distintas lo hizo quedarse quieto.

-No se preocupe, lo haré sentir bien.- Afirmó Roronoa mientras repartía besos por toda su espalda.

Le dio un último beso en la nuca y se separó un poco, dejándole una rara sensación de frío. Por más extraño que fuera, le había gustado sentir la piel caliente del otro contra la suya, así que estuvo a punto de quejarse cuando algo húmedo aterrizó sobre su trasero, siendo esparcido por los dedos expertos del pirata. Dio un pequeño brinco de la impresión.

Zoro comenzó a arrastrar la saliva alrededor de su entrada. En su ingenuidad, no entendió porqué hacía eso, solo le provocaba un poco de cosquillas, nada más. Pero debía ser algo agradable para los ojos del pirata, porque escuchó como el aliento de Roronoa se volvía cada vez más pesado.

-Tiene un bonito trasero, ¿puedo follármelo?- La yema de su dedo empujó ligeramente, haciendo que la entrada de Sanji se estirara para darle paso. No llegó a entrar mucho, nada más un par de centímetros que hicieron que Sanji comprendiera. Solo había una forma en la que dos hombres podían hacerlo, y era a través de esa zona.

Se quedó en blanco sin saber que hacer, porque lo imaginó y se sintió tan excitado que estaba a nada de decirle que sí, que lo hiciera. No podía ser tan malo, Roronoa tenía razón, ¿cómo algo tan bueno podía ser malo? Su dedo aumentó la presión, provocando un escozor agradable que lo hizo suspirar. El placer nubló su mente y empezó a asentir con la cabeza, pero el crucifijo que colgaba de su cuello lo hizo recapacitar ¿Iba a mandar a la mierda todo en lo que creía por un momento de placer?

-Basta.- Pronunció a través de los vergonzosos gemidos que salían de su boca.- No la metas.

-Pero yo sé que lo desea.

-No lo hago,... pero se siente bien.


ZORO

Zoro estaba confundido, las señales mixtas del padre Sanj lo iban a volver loco. Su verga estaba tan dura que ya no podía pensar racionalmente, y sus ojos solo podían ver el redondo trasero del rubio. Para ser un hombre, el sacerdote tenía el mejor trasero que había visto, tan antojable que quería comérselo y hacerlo venir solo con su lengua.

Ya había visto algunas partes del cuerpo de Sanji, pero ahora era diferente. Pudo verlo por completo y se sentía deleitado por el paisaje. Ciertamente, el hábito escondía lo que podría ser el camino al pecado para cualquiera. Demonios, quería tomarlo tan duro...Y luego estaba su cintura. Parecía una puta mujer con una cintura tan pequeña. Si Dios existía era un maldito, porque creó a un ángel como Sanji para tentarlo hasta la muerte. Lo hizo tan bello, tan irresistible y a la vez tan inalcanzable.

El rubio giró un poco su rostro, dejando que lo vea todo sonrojado y jadeante. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos, unos ojos que originalmente debían ser azules, más ahora parecían negros debió al tamaño de su pupila. Era el reflejo mismo de la inocencia. Joder, porque lo era. Estaba intentando joder con alguien demasiado puro, lo sabía. Algo en su interior le dijo que todas las señales que recibió fueron producto de su imaginación, porque un ser tan angelical no podía querer que le metiera la polla.

Perdona mis pecados (ZOSAN +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora