Capítulo 14

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SANJI


Un año y medio después...


Sanji recogió la ofrenda del día. Debido a las recientes confirmaciones, su pequeña iglesia había logrado recaudar lo suficiente como para comprar unos vidriales más bonitos.

Ya habían pasado seis meses desde que se recibió como sacerdote y fue trasladado al pueblo Mayu por recomendación del padre Duval. No hubo un día en el que no se sintiera agradecido por la buena comunidad que le tocó. Todos fueron muy amables y lo acogieron cariñosamente. Eso se demostraba en la iglesia, la cual estaba cada vez más bonita gracias a las ofrendas y donativos.

Sanji sonrió, satisfecho con su vida.

Mentira. Bien, no estaba satisfecho del todo. En su corazón cargó una espina que no lo dejaba estar tranquilo. Por más que rezara, la cicatriz permanecía, recordando lo que pudo ser.

-¡Padre Sanji!- La voz de Miguel, uno de sus monaguillos, resonó por toda la capilla. El pequeño venía a grandes zancadas.- Disculpe la tardanza, mi madre insistió en que la ayudara con los preparativos para la bienvenida del nuevo ministro.

-Esta bien, si tu madre lo requiere, es tu deber ayudarla.- Sanji revolvió un poco su cabello. Era normal que todo el mundo estuviera agitado debido a la llegada del nuevo ministro del pueblo.

Hacía un par de meses que el anterior ministro murió en un terrible accidente. Según la versión de la marina, bandidos de la montaña habían entrado a robar a su mansión. El robo fue frustrado debido a que fueron encontrados con las manos en la masa. El ministro los enfrentó, esperando que huyeran. Por el contrario, lo atacaron de una forma tan cruel que no quedó mucho de su cuerpo. Sanji se horrorizaba cada vez que alguien le contaba los hechos, porque los detalles eran dignos de una película de terror. Lo extraño fue que nunca encontraron a dichos bandidos, así que básicamente no había pruebas de que esa versión fuera real.

Lo único cierto era que a consecuencia del suceso, el puesto quedó libre. Sin embargo, no parecía haber un buen candidato para el puesto. De esta forma, el hombre que se haría cargo fue enviado desde otra ciudad.

- ¿Ya llegó el ministro?

-Sí, está en el ayuntamiento. Hubiera visto el alboroto que hubo, padre.- El pequeño parecía fastidiado, a lo que Sanji solo pudo reír.- Todas las mujeres, como mi mamá, se volvieron locas. Dicen que es muy guapo, pero yo no lo creo.

El sacerdote soltó otra carcajada, ciertamente, vivir en aquel pueblo no era del todo aburrido. Miguel lo acompañó hasta la oficina, donde Sanji guardó las recaudaciones y sacó un paquete de cartas. Debía mandar un par de solicitudes al monasterio. Su principal objetivo de ese año era traer la estatua de bronce de la Virgen María que tenían olvidado en el almacén.

-Padre, ¿usted irá al banquete de bienvenida?

-No puedo, tengo algunas cosas que hacer.

-Es una pena, mi madre hizo su mejor tarta de manzana.- ¿La tarta de manzana de la señora Aldáz? Deliciosa, sin duda, pero no lo suficiente como para tentarlo.

Después de limpiar el corredor principal con la ayuda del niño, se despidió de Miguel y se dirigió hacia el confesionario.

Con todo el jaleo de la llegada del ministro, dudaba de que alguien fuera a la iglesia esa tarde. Sin embargo, si alguien lo hacía, debía estar listo para el horario de las confesiones. Si nadie iba, siempre podía reflexionar a solas y luego irse a su despacho a continuar con sus deberes.

Perdona mis pecados (ZOSAN +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora