𝔠𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 𝟝𝟛: 𝔳𝔬𝔦𝔠𝔢-𝔬𝔳𝔢𝔯 | 𝟷𝟽

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Tae Min y yo entramos en la casa rodante. Tae Min encendió algunas velas para iluminar la estrecha estancia.

―No quiero gastar la batería de las luces ―me explicó.

Durante un rato, limpiamos y ordenamos en completo silencio, excepto cuando Tae Min me daba alguna instrucción o mencionaba cómo planeaba organizar todo mientras estuviéramos allí.

―Anton y tú dormirán aquí, en la casa ―me dijo mientras sacudía las mantas que cubrían la cama para quitarles el polvo de encima―. Sung Chan y Yuta se quedarán en la carpa, y yo dormiré en la camioneta. Ah, y nos turnaremos para hacer guardias, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza. Me parecía un buen plan. Era evidente que, en otra época, Tae Min había visitado su refugio secreto con mucha frecuencia. Nunca me hubiera imaginado que la súper estrella Lee Tae Min disfrutara la vida salvaje.

De repente, me di cuenta de que Tae Min me miraba con los ojos entrecerrados. Se había sentado en la cama y parecía preocupado.

―Tenemos que hablar ―sentenció.

―¿Sobre qué? ―inquirí, nervioso por la seriedad en su voz. Su ánimo había cambiado abruptamente. 

―Anton es mi primo pequeño ―dijo lentamente. 

―Eh..., sí.

―Soy consciente de que ya tiene diecinueve años, pero lo conozco desde que era un bebé ―prosiguió diciendo―. Es mi deber cuidar de él..., en todos los sentidos.

―¿A dónde quieres llegar? ―le pregunté, confundido.

Tae Min alzó las cejas.

―¿Todavía no te das cuenta?

Señaló la cama y luego a mí. Fruncí el ceño e incliné la cabeza hacia un lado.

―No te sigo... ―murmuré.

―Anton y tú, los dos solos durmiendo aquí ―me explicó Tae Min, a todas luces muy incómodo.

Entonces por fin comprendí lo que estaba intentando decirme.

―Oh... ―musité, más nervioso que antes.

―Sí, a eso me refiero ―dijo Tae Min―. Nada pasará aquí, ¿entendido?

―Entendido ―respondí.

Lo cierto era que ni siquiera había pensado en aquel tema, puesto que había estado demasiado preocupado por mi supervivencia y la de Anton.

―No quiero que Anton haga cosas indebidas mientras esté bajo mi cuidado, ¿oíste?

―Sí, lo entiendo, claro.

Había vivido durante cientos de años, me había enfrentado a múltiples situaciones difíciles, pero aquella conversación era la más embarazosa que había tenido en toda mi vida.

―Imagino que estás pensando que soy un anticuado. ¿Qué puedo hacer al respecto? Soy de la vieja escuela.

―Descuida, de verdad entiendo...

Si Tae Min era de la vieja escuela, yo era un fósil caminante. Tae Min tenía treinta años, mientras que yo tenía veinte años biológicos, pero... mi edad cronológica tenía más de dos cifras.

―¿Cuento con tu palabra de honor? ―me preguntó Tae Min.

Definitivamente Lee Tae Min era peor que un padre.

―Sí, por supuesto.

―Perfecto ―dijo Tae Min, aunque no se veía del todo satisfecho. Parecía preocupado. Tardé un segundo en descubrir el motivo―. Oh, Dios mío. ¿Tú piel está brillando? ―exclamó de repente, sobresaltándome. 

Cerré los ojos y suspiré pesadamente.

―Qué vergüenza ―dije.

―No te preocupes. No haré preguntas ―dijo Tae Min.

Abrí los ojos lentamente, reticente. Tae Min me estaba observando compasivamente, lo cual me hizo sentir peor.

―Esto me pasa cuando alguien me gusta ―confesé―. Y como estaba pensando en Anton, pues...

―O sea, que, en teoría, sólo te has ruborizado ―dedujo Tae Min, más tranquilo.

Asentí con la cabeza, completamente mortificado. Pero Tae Min tenía razón. El brillo de mi piel era como el rubor de los seres humanos.

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