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Mientras yo asimilaba las palabras de Anton, él sacó su billetera del bolsillo de sus pantalones y buscó algo en su interior.
Mi piel irradiaba tanta luz que no fue necesario encender nuestras linternas para que pudiera mirar lo que él quería mostrarme.
―Mira ―me dijo, enseñándome una foto―. Eres tú. Alguien te pintó y casualmente mis padres compraron el cuadro.
Tomé la instantánea con las manos temblorosas. No cabía duda de que el chico en la imagen era yo.
Entonces recordé.
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Nueva Orleans, primera mitad del siglo veinte. Una chica que conocí en el circo pintó aquel cuadro.
"Cuando te miro, pienso en ángeles", me había dicho mientras mezclaba los colores.
"No creo que sea buena idea que pintes un retrato mío", murmuré yo, nervioso.
"No te preocupes", dijo ella, sonriendo. "No será un retrato. No serás el protagonista de mi pintura, lo prometo".
Confié en su palabra, y el resultado terminó sorprendiéndome.
"¿Ves?", exclamó, entusiasmada. "Es prácticamente imposible encontrarte aquí".
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―No tiene sentido ―susurré. Era demasiado extraño y maravilloso que una pintura tan antigua hubiera llegado a las manos de Lee Anton.
―Es una coincidencia asombrosa ―dijo Anton―. Pensé que sólo habías existido en la imaginación de alguien más, pero entonces apareciste en mi vida. Además, contra todo pronóstico, te interesaste en mí. Ha sido un milagro tras otro. Nuestra historia desafía la lógica. El universo se ha esforzado tanto por juntarnos que no entiendo el motivo por el que existen personas que quieren lastimarnos.
El razonamiento de Anton era tan intenso y conmovedor, y su voz estaba tan cargada de sentimiento, que estuve a punto de ponerme a llorar también, pero traté de calmarme.
―¿Por qué tienes una foto del cuadro? ―pregunté torpemente.
―Para llevarte a todos lados ―respondió Anton, avergonzado―. Mi familia viajaba mucho y yo... quería seguirte viendo.
Sonreí para no llorar. Cada palabra que Anton decía era más emocionante que la anterior.
La conexión que había surgido entre nosotros se había hecho más fuerte. Me enamoré de Anton sabiendo que algún día tendría que dejarlo atrás, pero ya no creía que tuviera la fuerza suficiente para hacerlo. No quería separarme de él.
Nunca me gustó hacer promesas, pero decidí hacer un esfuerzo por Anton.
―Todas las dificultades que hemos vivido hasta ahora son sólo pruebas, Anton ―le dije―. Pero nosotros somos más fuertes. Resistiremos lo que sea ―Tomé su mentón y lo alcé suavemente para que me mirara a los ojos―. Te juro que haré todo lo que pueda para quedarme junto a ti.
Anton asintió con la cabeza, inseguro.
―Pero... ¿y si alguien...?
―Nadie podrá separarnos, ¿sí?
Estábamos a punto de besarnos cuando escuché unos desganados aplausos.
―Vaya, hermanito, no sabía que eras tan elocuente... ―dijo la voz de Maru.
Miré hacia abajo y allí estaba mi hermano, observándonos a Anton y a mí.
"Oh, no", pensé.
―Jae Jun ―musité, paralizado.
Anton contuvo una exclamación.
―¿Acaso él es...?
―Sí ―respondió Jae Jun por mí―. Soy el hermano de Won Bin.
Mi luz se apagó y nos quedamos sumidos en una triste oscuridad durante varios minutos. Ninguno de los tres habló.
Se avecinaba una terrible discusión, cuyo desenlace no podía predecir.
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❮𝙸𝚌𝚊𝚛𝚞𝚜❯ | 𝚆𝚘𝚗𝚋𝚒𝚗 | 𝚁𝙸𝙸𝚉𝙴
Fanfiction«𝑦𝑜𝑢 𝑎𝑙𝑤𝑎𝑦𝑠 𝑓𝑙𝑦 𝑟𝑖𝑔ℎ𝑡 𝑢𝑝» 💫 | 𝟐° 𝐜𝐡𝐚𝐭 𝐝𝐞 𝐑𝐈𝐈𝐙𝐄 | | «💬𝐀𝐍𝐓𝐎𝐍: ¿Quieres ser mi amigo?» | | «💬𝐖𝐎𝐍𝐁𝐈𝐍: ¿Es broma?🙃» | | «💬𝐀𝐍𝐓𝐎𝐍: No.» |