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Ízaro, líder de A.M.M.I.T, y su mejor amiga, Mila, se reunieron durante la noche frente al lago Ilgam. El contraste entre ambas chicas era bastante llamativo. Ízaro vestía con una chaqueta de punto y un sencillo vestido de seda negro, mientras que Mila llevaba puesta una enorme sudadera negra, unos jeans ceñidos y unas botas gastadas.
―Espero que tengas una muy buena excusa para haberme hecho venir hasta aquí ―comentó Mila, encendiendo un cigarrillo. Inhaló y luego exhaló con calma―. Tu voz sonaba extraña cuando me llamaste. ¿Debería preocuparme?
―Necesitaba la ayuda de una hacker ―respondió Ízaro, arrebatándole el cigarro de las manos y dándole una calada―, y tú eres una de las mejores que conozco.
―¿No tienes hackers en tu equipo? ―inquirió Mila, recuperando su cigarrillo hábilmente.
―Sí, los tengo. El problema es que no confío en ellos.
―Tampoco deberías confiar en mí ―comentó Mila, sonriendo astutamente.
Ízaro resopló, molesta.
―Dejemos los juegos y vayamos al grano.
―Nuestra amistad se basa en juegos mentales, señorita heredera.
Ízaro no lo negó, puesto que lo que Mila decía era cierto. La única razón por la que eran amigas era porque ambas se consideraban intelectualmente a la par, motivo por el cual no podían hacer ningún movimiento sin que la otra sospechara. "Nunca podremos traicionarnos", había dicho Mila en una ocasión. Sin embargo, Ízaro a veces dudaba de aquella premisa.
―Da igual ―dijo Ízaro, desechando sus pensamientos ―.¿Conseguiste lo que te pedí?
Mila expiró el humo que había inhalado y después se quitó la mochila de la espalda y empezó a buscar algo en su interior.
―Aquí está ―murmuró. Acto seguido, le entregó una carpeta de color azul eléctrico a Ízaro―. Copias del acta de nacimiento y de antecedentes médicos, desde antes del nacimiento hasta los dieciséis años. Hay algunos informes bastante interesantes, ¿sabes? También tengo su planilla de calificaciones e incluso sus ensayos para filosofía y literatura.
―Te tomaste en serio la misión ―bromeó Ízaro, hojeando rápidamente la carpeta―. Gracias, Camila.
―Literalmente la vida completa de Lee Anton está en está carpeta, así que cuídala con tu vida ―dijo Mila, riéndose. Ízaro también se permitió reír―. Bueno, eso es todo..., aunque...
