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Sus labios se sentían suaves, cálidos y extrañamente adictivos. Era como si encajaran perfectamente con los míos. Incluso si nuestros labios no se estaban moviendo en absoluto, se sentía... diferente. Diferente en un sentido en el que no me importaría repetirlo.

Cuando finalmente tomé conciencia de mis acciones y me alejé, pude ver que Nanon tenía los ojos entrecerrados, como si apenas los estuviera abriendo, además, tenía los labios ligeramente separados. Se veía tan lindo, tan... No, ¿qué estoy diciendo? Él no se veía para nada lindo, ni siquiera un poco. La enfermera que había observado la escena se cubrió las mejillas sonrojadas, asegurando que éramos la pareja más tierna que había visto y que nos iba a dejar un momento a solas para no interrumpir.

Apenas ella se fue, sentí que alguien golpeó mi brazo sin ninguna delicadeza. Cuando giré para ver, Nanon me miraba con el ceño fruncido.

—¿Qué demonios fue eso? —me reprochó.

—Un beso, ¿o qué? ¿Nunca diste uno? —me burlé, en un ridículo intento por minimizar lo que pasó. Vamos, que fue solo un beso, ¿no?

A Nanon no pareció gustarle ni un poco mi broma, ya que volvió a golpear mi brazo. Para ser alguien que acaba de despertar luego de días, tiene demasiada fuerza el desgraciado.

—Tengo novia —me recordó.

—¿Y qué? Yo también. —O bueno, algo así —. De todas formas, fuiste tú quien me pidió que lo bese.

—¡Estaba siendo sarcástico! Además, nada de esto habría pasado si alguien no hubiera afirmado ser mi esposo.

—¡Entré en pánico! ¿Bien? No soy bueno actuando bajo presión.

Nanon levantó una ceja de forma burlona como diciendo "Ya me di cuenta". Eso me hizo enojar lo suficiente para acercarme a su rostro, haciendo que la distancia entre nosotros fuera escasa. Podía sentir su cálido aliento chocar contra mi rostro. Si él se burlaba de mí, yo también podía sumarme a su juego.

—¿Por qué tan molesto? —pregunté en un tono coqueto mientras llevaba una mano hasta su mejilla —. No pareció molestarte que te besara hace unos momentos, por el contrario —me acerqué hasta su oído, susurrando —, hasta diría que te gustó.

Él se quedó quieto unos segundos, aparentemente sin saber qué hacer, y justo cuando vi una reacción de su parte, la puerta se abrió de golpe. Nanon no perdió tiempo en empujarme lejos, y si no fuera porque logré agarrarme de la camilla, habría acabado en el piso. ¿Qué demonios fue eso? Cuando giré para ver quién era la persona que nos interrumpió, quedé prácticamente petrificado al notar que Samanta nos miraba a los dos con desconcierto. No podía moverme, no podía hablar, era un milagro que incluso estuviera respirando.

—¿Qué están haciendo? —preguntó después de unos segundos, cerrando la puerta detrás suyo como si nada hubiera pasado.

Nanon me miró con los ojos abiertos y las mejillas rojas. Podía notar que la culpa ya estaba inundando su sistema. Por Dios, solo fue un beso, no necesita sentirse culpable por eso.

—Nada, le estaba sacando un papelito que tenía en el cabello. ¿Cómo es que llegó eso ahí?

Samanta me miró fijamente, como preguntándome sin palabras si le estaba viendo la cara de idiota o algo por el estilo, pero no dijo nada más. Pensé que todo acabaría ahí, que iba a quedar como una confusión y nada más, pero la misma enfermera que nos apoyaba en nuestra "relación" entró de repente.

—Buenos días —saludó Samanta.

—Buenos días, señorita —respondió el saludo amablemente, antes de centrar su atención en mí —. Señor, su esposo está bastante bien, así que en unos días seguro puede ir a casa.

Wrong (OhmNanon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora