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P.V Ohm

Miré una vez más en dirección a la casa antes de encender el auto. No estaba del todo seguro de si estaba haciendo lo correcto, solo esperaba que Perth estuviera bien. Él debía estar bien, ¿no? Claramente entró más preparado que yo.

Una vez en la carretera saque el celular de mi bolsillo, mirando de reojo la calle. Sabía que no era correcto y que si mi madre estuviera a mi lado lo primero que haría sería regañarme, pero no habían tantos autos en la autopista así que no debía haber problema. Busque entre mis contactos el número de Jimmy, que había conseguido de milagro, tenía que decirle que había logrado encontrar más pruebas y le preguntaría si estaba en su casa. Era mejor acelerar las cosas tan pronto como fuera posible.

—Contesta... Contesta —susurré por lo bajo, pero me salía que la línea estaba ocupada.

Vamos, qué mala suerte.

Con un suspiro de frustración, guardé el celular, concentrándome en la calle que se extendía ante mí. De repente, me dí cuenta que el lugar por el que iba no era el que debía tomar para ir a la casa de Jimmy, este era el camino para ir... Con Nanon. Mierda, de verdad tenía unas ganas enormes de verlo, pero esto era una mala idea. Una malísima idea. No quiere tenerme cerca, entonces, ¿para qué seguir molestando?

Aprete el volante con fuerza mientras miraba al frente, sintiendo un nudo en el estómago. Tuve que obligarme a mi mismo a dirigir el auto en la dirección correcta, girando a la calle de la izquierda.

En otro momento iría a ver a Nanon. Tal vez mañana.

El celular vibró en mi bolsillo pero lo ignore, sea quién sea debía esperar. En caso de que fuera Jimmy, entonces no era necesario, ya que estaba yendo a su casa. Era mejor hablar directamente.

Sentí una nueva vibración y por más que quise ignorarla, no pude. Fruncí el ceño mientras detenía el auto un momento y abría la aplicación de mensajes, pero la molestia que sentía desapareció de inmediato cuando ví que el mensaje era de Nanon. ¡Era Nanon! Dios, él de verdad me había escrito.

Lo siento. Te quiero.

Sentí que mi corazón se detuvo un momento al leer eso. No. Esas palabras no podían significar nada bueno. ¿Por qué se disculpaba? ¿Por qué decía que me quería tan de repente? No quería un "te quiero". Al menos no de esa manera.

«Nanon, ¿qué pasa? ¿Estás bien?» Los dedos me temblaban mientras escribía, pero antes de enviar el mensaje me llegó otro de Jimmy.

Nanon está en problemas, tienes que ir a verlo.

Ahora.

Deje caer el celular a un lado, sin preocuparme en donde caía, y sin perder más tiempo puse la velocidad tan alta como pude antes de girar y dirigirme a la casa de Nanon. Sentía mi pecho apretarse con cada segundo que pasaba.

Cuando llegué, no me moleste en tocar el timbre. Aquellos mensajes dejaban más que claro que tiempo era lo que menos tenía, no podía tocar el timbre y quedarme esperando a que abra, así que en su lugar busqué entre las ventanas rezando porque hubiera una abierta. La suerte no estuvo de mi lado, porque todas estaban cerradas con traba.

Carajo, nunca había odiado tanto que Nanon fuera tan cuidadoso.

Miré a mi alrededor desesperado por encontrar una ayuda cuando vi una piedra. No era mucho, pero era lo que tenía a mano.

—¿Qué estás haciendo? Voy a llamar a la policía si no te vas de inmediato —escuché detrás de mi, haciendo que me detenga.

Cuando gire a ver, una señora me miraba de la casa de al lado, cruzando los brazos sobre su pecho.

Lo que faltaba...

—Señora, mi amigo está ahí adentro, tengo que ayudarlo. Está en peligro.

La señora me miró con los ojos entrecerrados, claramente sospechando de mí. No sé si la desesperación en mi cara fue demasiado notable, porque no dijo nada más y entro a su casa.

Sin perder más tiempo, agarré la piedra y la lancé con fuerza contra la ventana más cercana, para luego sacar los pedazos de vidrio restantes con la mano. Una vez adentro miré a mi alrededor: el lugar estaba limpio y silencioso. Una parte de mí quería creer que Nanon solo estaba durmiendo, pero, ¿por qué no habría escuchado el ruido que hice al romper la ventana? Algo como eso despertaría a cualquiera.

Pasé directo a la habitación, pero allí no había nada, la única muestra de que hubo alguien en esa habitación era el colchón un poco hundido, como si alguien hubiera estado sentado ahí. Recorrí el lugar con la mirada hasta que noté la puerta del baño abierta.

—¿Nanon? —pregunté en voz baja mientras me acercaba —¿Estás ahí?

Una sensación de pánico se apoderó de mí al ver a Nanon en el suelo, la sangre brotando de su muñeca. No, esto no podía estar pasando. Simplemente no. Esto debía ser una pesadilla.

El miedo me paralizó por completo y por un momento no supe como reaccionar. Podía escuchar el latido de mi corazón en mis oídos, haciendo desaparecer el ruido exterior.

Fue la impotencia y un dolor punzante lo que me hizo reaccionar, y con manos temblorosas, busqué desesperadamente algo que pudiera detener el sangrado, encontrando una venda y regresando rápidamente para aplicarla en la muñeca de Nanon. Bueno, yo no era un experto en esto, ni siquiera sabía si estaba haciendo lo correcto.

Estaba asustado. Muy asustado. Ni siquiera cuando tuve un arma apuntando mi cabeza este mismo día me sentí tan desesperado.

Yo no podía perder a Nanon. No a él.

Con el corazón en un puño, cargué a Nanon con delicadeza y lo llevé al auto, conduciendo a toda velocidad hacia el hospital en un intento desesperado por salvarlo. Tenía ganas de llorar, pero no podía hacerlo. No era el momento. Ignore el nudo que se formo en mi garganta y me centre en la calle.

Conduje tan rápido como pude hasta llegar al hospital, sintiendo la angustia apretar mi pecho con fuerza. Cuando llegué con Nanon entre mis brazos, las enfermeras se acercaron corriendo y pronto se lo llevaron en una camilla. Yo no pude hacer nada más, solo esperar que las cosas no empeoraran aun más. Solo quería que Nanon este bien.

Buenaaaas, ¿qué tal? ¿Les gusto el capítulo? No soy tan mala, vieron

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Buenaaaas, ¿qué tal? ¿Les gusto el capítulo? No soy tan mala, vieron.

Como siempre digo, cualquier falta de ortografía pueden decirme.

Wrong (OhmNanon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora