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P.V Ohm

Ya había hablado con Samanta, y aunque me había costado bastante convencerla, logré que aceptara reunirse conmigo. Fue bastante humillante, la verdad, porque tuve que comportarme como el Ohm del pasado y casi suplicar que aceptara verme, como si el que hubiera hecho algo malo era yo.

Dios, ¿de verdad me veía así de patético antes y jamás lo note?

Bueno, no ganaba nada perdiendo el tiempo recordando el pasado. Tenía cosas más importantes que hacer, como ir a la casa del chico más lindo de todos y que en estos momentos no quería ni verme.

Era sabido que no iba a abrir la puerta, así que toque el timbre y deslicé por debajo de la puerta una nota. Tal vez iba a leerla o tal vez no, pero al menos quería mantener la esperanza y creer que sí.

—Voy a arreglar todo esto, te lo prometo —dije en voz alta para que pudiera escucharme.

Como era de esperar, no hubo respuesta, así que me subí al auto y fuí directo a ver a Samanta.

Una sensación desagradable me recorría todo el cuerpo cuando pensaba que tenía que ir a verla, que tenía que comportarme como el mismo idiota complaciente de antes. Mierda.

Todo esto es por Nanon. Todo esto es por Nanon.

Inhale profundo, sosteniendo el aire unos segundos antes de dejarlo salir con lentitud. Antes de arrepentirme y dar la vuelta, me baje del auto, caminando hasta Samanta que se encontraba sentada en un banco de plaza, mirando distraídamente su celular.

—Sami... —dije a modo de saludo.

Ella me miró con desinterés.

—Ohm, ¿qué pasa? ¿Para qué quieres verme?

—Es que yo... Yo no lo entiendo. Te juro que no lo entiendo, ¿por qué me hiciste esto? Dijiste que me amabas... —La mire fijamente, forzando algunas lágrimas a caer —. Que cuando dejaras a Nanon nosotros estaríamos juntos. ¿Por qué me dejas? Si Nanon te esta amenazando con algo más solo dímelo y yo...

—¿Qué mierda, Ohm? —rodo los ojos, molesta.

—Sam... ¿Qué debo hacer? ¿Qué tengo que hacer? Solo dímelo... ¡Dime!

—¡Ya basta! —Se levanto con el ceño fruncido mientras guardaba su celular —. Me estás estresando, ¿cómo puedes ser tan imbécil? Te dije que no te amo, que solo te use y que Nanon jamás me hizo nada, ¿podrías dejar de lloriquear? Ya hiciste el trabajo sucio por mi, no necesito nada más, así que vete. ¡Que te vayas!

—Pero Samanta... ¡Yo enfrente a los amigos de Nanon por ti! ¿Lo ves? —Señale los moretones que tenía en la cara —. ¿Por qué me sigues rechazando?

Samanta rodo los ojos una vez más, antes de darme una fuerte cachetada que me dejo la mejilla ardiendo. Hija de su...

Sin ni siquiera mostrar un signo de arrepentimiento ella se fue, subiendo a un auto color gris.

Drake salió detrás de los arbustos deteniendo la grabación. Lo último que ví fue su expresión confundida cuando corrí hasta mi auto y sin que ella me viera empecé a seguirla.

Fueron unos 20 minutos conduciendo, hasta que finalmente llegué a una casa de un solo piso

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Fueron unos 20 minutos conduciendo, hasta que finalmente llegué a una casa de un solo piso. La fachada era simple, con un jardín delantero bien cuidado y un camino de entrada pavimentado que conducía a la puerta principal. Las ventanas, adornadas con cortinas blancas, reflejaban la luz del sol de la tarde. El techo a dos aguas estaba cubierto de tejas rojas, creando un contraste cálido con las paredes de color crema.

Baje del auto, siendo tan silencioso como me fuera posible. Siendo honestos, por un momento me imaginé un equipo más avanzado, como los de las películas, pero Samanta era una chica tonta que la única arma que poseía a su favor era la de la manipulación. Aunque bueno, le había ido bastante bien hasta el momento solo con ello.

Dentro la casa era como las demás: tenía una pequeña sala con unos sillones, una tele y una pequeña biblioteca. Al lado, separado apenas por una mesada, estaba la cocina-comedor. Pero claro, eso no era lo que me importaba, no iba a encontrar nada interesante en la cocina. En la sala, del lado izquierdo, había una puerta color crema que atrajo mi atención.

No había nadie cuidando el lugar, así que pude entrar a la habitación sin tanto problema. No entendía como habían llegado tan lejos siendo tan... Poco precavidos. Supongo que solo había sido cuestión de suerte. Nadie en el pasado dudo de la palabra de Samanta así que nunca se vieron en la obligación de contratar seguridad.

Dentro, había una pequeña habitación que tenía un escritorio y una computadora. Bueno, lo más fácil sería que no tuviera contraseña, pero estaba claro que no eran tan ignorantes. ¿Qué clase de contraseña usaría alguien como Samanta? Rayos...

"Samanta" contraseña incorrecta claramente su nombre no era, pero valía la pena intentarlo.

"13-7-98" contraseña incorrecta

"Sam673" contraseña incorrecta

—Dear, amor, no te enojes conmigo, esa cualquiera estaba coqueteandote en frente mío ¡Tenía que ponerla en su lugar!

Mi cuerpo se tenso en el momento que escuché la voz de Samanta acercándose. Tenía que esconderme, pero ¿dónde exactamente?

—Tu no eres nadie para decidir por mi, ¿entiendes?

—Pero Dear...

—No quiero verte en lo que resta de la tarde, Samanta.

—Amor... Por favor, no te vayas, no...

La voz se fue escuchando más baja a medida que se alejaban, hasta que se escuché la puerta de entrada cerrarse con fuerza.

Bueno, eso había estado cerca.

Miré de nuevo la computadora en frente y por un momento pensé en que si Samanta estaba tan obsesionada por ese chico, entonces su contraseña debía ser...

"Dear"

¡Correcto! Era esa. Busque entre todos los archivos, encontrando cosas sin importancia, como fotos de Instagram, de ellos juntos, muchísimas del tal Dear y canciones. No iba a rendirme, sin embargo, ya que el tiempo que pase con Samanta me sirvió para descubrir que la memoria de ella era bastante mala, o sea que escribía todo en algún lado para no olvidarse.

Ahora que lo pienso, una vez me aseguro que se había lastimado una mano y tenía varias curitas en ella, pero cuando la volví a ver ella tenía esa mismas curitas en la otra mano. Ugh, mejor no recordar el pasado, me daba una vergüenza.

Seguí buscando hasta que por fin encontré una carpeta que podía ayudarme: tenía nombres, direcciones y otras cosas más que me podían ser de ayuda. Guarde todo eso en un pendrive que lleve conmigo, y una vez estuve satisfecho, estaba por levantarme dispuesto a irme, cuando sentí algo duro ser apoyado en mi cabeza.

—No te muevas o disparo.

Mierda...

Wrong (OhmNanon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora