Gath
Los nephilims éramos descendientes de la unión de ángeles y humanos, éramos conocidos como la mancha de la sangre blanca, en consecuencia, las mujeres de nuestra especie eran condenadas a morir, y los hombres condenados a vivir una vida insulsa, incapaces de sentir emociones humanas, incluso éramos inmunes a sus placeres, después de un tiempo este tipo de vida podía tomar lo mejor de cualquiera, había crecido rodeado de nephilims que habían perdido la dirección antes siquiera de llegar a la pubertad, éramos una raza maldita, destinada a traer caos y miseria a donde quiera que llegábamos sin nadie a quien responderle por ellas. nuestra vida giraba en torno a nuestras necesidades y deseos, todo lo que conocíamos era la frustración y la injusticia, por lo que nada bueno podía salir de nuestras acciones, los centinelas lo sabían, y sabían también que nadie a parte de ellos nos detendrían, por lo que en nuestro clan nos entrenan desde nuestro nacimiento para combatirlos, pero lo cierto es que nuestra mejor oportunidad de vivir era mantenernos fuera de su radar, la milicia del Reino de Fuego era una de las cosas que los de mi raza no se tomaba a la ligera, y sin embargo aquí estábamos escondiendo de ellos lo que seguramente estarían dispuestos a matar para obtener, estar cerca de ella cuando los centinelas vinieran era un acto suicida y todos lo sabíamos.La plaza esta abarrotada de chicos mientras miro en todas direcciones, Camino despacio entre la multitud y detecto algunos nephilims de mi clan, mi familia estaba haciendo un buen trabajo al mantenerla fuera de radar y la magia atada a ella hacia todo mucho más fácil, sin embargo, nunca se era suficientemente precavido, ella significaba muchas diferentes cosas para muchas distintas especies, y era difícil descifrar en cual podía realmente confiar.Hasta ahora la orden de mi padre era vigilarla de cerca, sin embargo la mía era ganarme su confianza, hacer que perdiera la cabeza por mi para ser precisos, mi padre argumentaba que la mejor manera de llegar a una chica era a través de sus emociones, las habían condicionado para esperar ser salvadas, por lo que lo único que necesitaba era hacerle creer que yo era su salvador, su príncipe al galope, Sonaba bastante fácil en teoría, y las chicas jamás habían sido un problema para mí, sin embargo ella lo era, ella y su hermosa sonrisa y esa maldita capacidad de hacer que mi cuerpo le obedeciera, exhalo suavemente intentando liberar el aire retenido en mis pulmones mientras espero su llegada.La triada era peligrosa por muy variadas razones, sin embargo para mí era letal por el simple hecho de existir, en un inicio era solo el medio para llegar a mi padre, quería probarle que a pesar de ser mitad humano podía ser tan útil como todos los demás, pero toda la teoría y todas las razones se vinieron abajo apenas nuestras miradas se cruzaron, a estas alturas ya debería tener una relación estable con ella, ya debería saberme todos sus secretos y haber cenado con sus padres, ya debería haberla reclamado como mía ante todos los imbéciles que la rondaban, sin embargo aquí estaba, admirándola como un imbécil pervertido desde lejos, intentando mantenerla a salvo de mí y de mi familia, mintiéndole a todos y escondiendo mis reales intenciones, pero lo cierto era que ni mi padre, ni yo contamos con que la razón por la que yo había sido capaz de encontrarla era porque estaba atado a ella, su luna me había marcado como su protector, lo había descubierto apenas la había tocado, no conocía ningún caso como este, los herederos siempre eran protegidos por seres de su mismo reino o al menos eso nos decían nuestros informantes, la princesa Blackmoon tenía un protector, el legendario Gedrick Hunt, un demonio de su tipo y la pesadilla de todos los clanes del Reino de las mareas, nadie había sobrevivido jamás a un encuentro con la Guardia Real, y en mayor parte él era la razón de ello, sin embargo aquí estaba yo, sintiendo a la triada en cada latido incluso aunque la tuviese a kilómetros, y era aquí donde todo se complicaba, porque no es solo la marca que quema en mis costillas e intento esconder a toda costa de mi clan lo nuevo en mi cuerpo, la había probado, y tenía mis sospechas, pero ahora tenía certezas, podía sentir, nuestro lazo era capaz de hacerme sentir a través de ella, mi cuerpo sentía el caos que le producía el suyo al tenerme cerca, podía sentir cada instante de su errático corazón, el escalofrío de su piel y esa necesidad de tocarme en la punta de sus dedos. Al principio solo podía sentir sus emociones, pero luego descubrí que empezaban a despertar las mías propias, y desde el segundo en el que nuestros labios se habían unido se sello mi pacto con el infierno, le pertenecía y no había nada que pudiera hacer al respecto, pero para mí desgracia ella no lo recordaba, no recordaba la noche en la que me devolvió la vida que el Reino de cristal me arrebato, mi padre me había hablado de lo que sospechaba era su otra personalidad, una que al igual que el éter fue ocultada en ella, y que seguramente tomaría el control al alinearse las lunas, pero al igual que en el hospital con mi padre pudo ser esa misma sombra de ella la que tomo el control de esa noche, y el pensar que no fui capaz de notar la diferencia, o el hecho de que haya tomado su primera vez sin su consentimiento o sin que siquiera ella estuviera ahí para vivirlo era algo que rondaba mi cabeza y amenazaba con acabar con mi juicio, no estaba acostumbrado a lidiar con emociones, y la culpa era sin duda una bastante complicada, me estaba comiendo por dentro y estaba empezando a perder el control de la situación, por lo que por supuesto como el cobarde que soy opte por alejarme de ella, nunca entendería el nivel del daño que cause en ella esa noche, o si alguna vez seria capaz de perdonarme, no sabia siquiera si todo fue producto del alcohol o de algo más, pero lo cierto es que ella no estaba ahí, y yo nunca debí permitirme tocarla, así tenerla en mis brazos hubiese sido lo mejor que había experimentado, debía mantenerme lejos de ella, mi deber era protegerla hasta que estuviera a salvo en su reino, no destruirla, y sin importar cuanto me costara, era exactamente lo que planeaba hacer.............................Isabella
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Herederos del infierno #2
FantasyEl viento ingresa por la ventana liberando mis rizos rojo fuego por el aire mientras mi chelo lanza al aire la última nota de la canción más hermosa alguna vez escrita, y al instante el salón se llenó de un silencio que me permití disfrutar por unos...