El viento ingresa por la ventana liberando mis rizos rojo fuego por el aire mientras mi chelo lanza al aire la última nota de la canción más hermosa alguna vez escrita, y al instante el salón se llenó de un silencio que me permití disfrutar por unos segundos antes de que mis ojos finalmente se abrieran devolviéndome a la realidad, pero en el instante en que lo hicieron sus ojos tan oscuros como la noche me miraron desde el otro extremo del salón enmarcados por un rostro por completo inexpresivo, no estaba acostumbrada a aquella reacción después de tocar, sin embargo mi cerebro estaba más enfocado en que el aire escapo súbitamente de mis pulmones, un intenso escalofrió recorrió mi espina dorsal logrando que mis piernas se sintieran entumecidas por solo un instante, mil pensamientos pasaron por mi mente mientras mi mirada parecía incapaz de dejar de sostener la suya ¿Quién era? ¿Desde cuándo estaba allí? no podía evitar que mi cuerpo se paralizara ante su presencia y era imposible definir si lo que sentía era un asfixiante pánico o un intrusivo y sofocante deseo, pero lo cierto es que fue en ese instante cuando supe que ya no habría lugar en el mundo seguro para mí, estaba destinada a caer y la verdad es que incuestionablemente sabía que nunca me había sentido más lista para ello.
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