Evangely
La sala entera se sume en silencio apenas las puertas se abren para mí, los reclutas de todas las lunas e incluso los refugiados de otros reinos hacen reverencia a mi pasar. El ala central era el espacio común cerrado más grande de la academia, servía como comedor para las hechiceras y los hijos de la luna plateada, incluso a veces los hijos de la luna roja compartían una copa o dos mientras acompañaban a sus compañeros, pero en regla general era el salón donde se celebraban todas las ceremonias importantes, así como las fiestas de fin de año. No había pisado la academia desde la ceremonia de bautizo de la luna ámbar, y lo cierto es que había olvidado lo majestuosa que podía ser.
La estructura y diseño de la sala se acoplaba a las necesidades de la ocasión, por lo que hoy el espacio se había ampliado algunos metros más. A mi izquierda estaba como de costumbre la larga mesa de los hijos de la luna roja, que iniciaba a unos pasos del escenario y culminaba en la entrada del salón, en ella pude reconocer el rostro de facciones finas y ojos penetrantemente esmeraldas de Isabella se mezclaba entre sus iguales dejando la silla designada para la heredera del castillo rojo completamente vacía. Se llevaba una copa de contenido rojo a los labios, pero aun así el líquido no parecía descender.
la ceremonia de selección por costumbre era transmitida en todo el reino, incluso la aldea de la luna quebrada por primera vez vería a sus hijas ser bendecidas por el tártaro. Seguidamente estaba la mesa de los hijos de la luna plateada en la que sobresalían cantidades infinitas de platos con todos los tipos de carne existentes en el Reino humano, a excepción de la humana o por lo menos eso esperaba. Pares infinitos de ojos grises recorrían descaradamente los bordados de mi vestido, esta luna pocas veces bendecía a sus herederos con mujeres, por lo que los descendientes siempre habían sido difíciles de conseguir, aun así las pocas mujeres de sangre plateada se las arreglaban para evitar la extinción de su raza ya que por costumbre no estaba bien visto mezclar la sangre plateada con la de ninguna otra especie, a su lado se encontraba una mesa rebosante de criaturas que no lograba distinguir, los refugiados del reino turquesa eran cuatro veces mas que los hijos de la luna plateada, sus ojos que eran un mosaico en movimiento de azules, celestes y turquesas podían llegar a ser increíblemente hipnóticos y a la vez bastante abrumadores, los recluta se mantenían en completo silencio y la mayoría evitaba siquiera alzar la vista en mi dirección. Su mesa estaba al igual que la de los hijos de la luna plateada rebosante de variedades de coloridas frutas que era incapaz de distinguir, por lo menos podía reconocer que el contenido de sus copas no era mas que agua pura de manantial.
A mi derecha se encontraba la larga mesa de las hijas de la luna ámbar, en su mesa habían simples copas de vino y algunas de agua, su corbata era por completo ámbar con apenas rayos esporádicos de negro lo que de haber podido hubiese robado una sonrisa de mis labios, los reclutas Debian vestir el uniforme estándar en la ceremonia de selección, sin embargo las corbatas llevaban el color distintivo de su luna junto al negro que representaba la dominación de la casa de las sombras, a su lado estaba la mesa da la luna negra, y a la cabeza se asomaba la heredera mas joven de la casa de las sombras. Genesis conversaba con naturalidad y sin embargo era imposible no notar que estaba en una posición de liderazgo, mi corazón bombeaba de una emoción apenas contenida, sus ojos se alzaron en mi dirección como si pudiera sentir mi mirada e instantáneamente una sonrisa se dibujo en sus labios y viajo en nuestro enlace, muchas emociones llegaban a mi desde el, pero pronto entendería que no había nada de qué preocuparse.
En el segundo piso del ala central esperaban pacientemente las facciones a sus nuevos reclutas, los lideres de cada facción estaban a la cabeza estudiando a todos los novatos a sus pies, los ojos de la mayoría estaban puestos en las nuevas mesas ámbar y turquesa como niños saboreando dulces nuevos. La ambición de las masas estaba puesta en que facción se llevaría la ventaja esta noche, para los lideres los juegos de guerra jamás terminaban y es precisamente por ello que llevaban el cordón en su hombro izquierdo. Los demás reclutas llegarían una vez terminada la selección de los presentes, dos humanas y una docena de ángeles podían ser demasiado pedir incluso para el reino de los exiliados. Esta noche la casa en el trono debía dirigir la ceremonia en las que sus súbitos juraban lealtad a su Reino con la bendición del tártaro.
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Herederos del infierno #2
FantasyEl viento ingresa por la ventana liberando mis rizos rojo fuego por el aire mientras mi chelo lanza al aire la última nota de la canción más hermosa alguna vez escrita, y al instante el salón se llenó de un silencio que me permití disfrutar por unos...