HIM AND I- Patricio Sardelli (AIRBAG)

PRÓLOGO.

Mila Vitela, artista en ascenso. Bueno, así le gustaba pensarse. Había cumplido veintitrés años y estaba intentando demostrarse que pronto cumpliría ese sueño que entró a su cabeza a los seis años, ser cantante. Agradecía completamente a la vida de tener a sus hermanas compartiendo su sueño, así que a sus dieciocho años fue fácil plantearle a sus padres que por mandato social estudiaría pero que también le dedicaría tiempo a la música, siendo totalmente apoyada por sus hermanas, las tres conformaron una banda: VITELA Sí, poco original pero ¿Cómo iban a llamarse sinó? 

Micaela, la hermana más grande, con veintisiete años se caracterizaba por ser la más responsable, la más seria dirían algunos, la más realista y centrada, probablemente la más ambiciosa de las Vitela, tocaba el bajo en la banda y también cumplía, por el momento, el rol de manager. Le jugaba a favor ser abogada, sus hermanas decían que tenía como una doble vida, la cargaban diciendo que de día era la doctora Vitela pero que  después de las seis de la tarde se endemoniaba. No era mentira, en realidad era una bestia y la descosía en el escenario. 

Mía, por otro lado, con dieciocho años recién cumplidos, vivía por y para la música. No creía que estudiar fuera necesario, no tenía un plan B, porque estaba segura que ella efectivamente iba a dedicarse a la música toda la vida, y siendo honestos, era muy buena en la batería y en la guitarra, además cantaba como los dioses. Era un tiro al aire, totalmente hippie y fiestera, ella quería ser Hayley Williams.

Mila, la del medio. Donde la mala fama de los hermanos del medio le caía por completo. Probablemente incomprendida, intensa,  temperamental y multifacética. Ella en verdad había nacido para ser el centro de atención, hacía todo bien, cantaba, bailaba, tocaba instrumentos, componía, en sus tiempos libres le gustaba leer, escribir y ejercitarse. En la banda cumplía el rol de voz principal y a veces tocaba la guitarra. Al contrario de lo que el resto pensara, intentaba mantener un estilo de vida equilibrado en mente, cuerpo y alma, no es que a su corta edad tenía la vida resuelta pero al menos la cabeza no le pesaba en la almohada cada vez que se iba a dormir. Sabía mucho de todo y no paraba nunca de hablar, la carrera que estaba estudiando le había abierto la cabeza y la curiosidad por el mundo le dió un respaldo en su sabiduría, por lo que, mantener una charla con ella era interesante, aunque lo que a Patricio más le cautivó, además de todas esas virtuosas características que poseía, fue la seguridad de sí misma. Para los demás podía pecar de egocéntrica pero él entendió desde el primer momento que nadie más que ella sabía el valor de sí misma, y escucharla hablar de su perspectiva del mundo le terminó de volar la cabeza.

Ahora que solo eran ellos dos y nadie más, Patricio le agradecía a la mascota de su hermano por haberse escapado ese día, y a la vida por haberlo chocado con ella.