s i e t e

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Rosario, Santa Fé

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Rosario, Santa Fé. Argentina.

Hoy.

Ya había llorado desconsoladamente toda la noche, me dormí pensando en cómo empezó todo, el día que lo conocí y esa noche de lluvia que paró en mi casa, al otro día me había pedido un beso y todavía recordaba la sensación de las mariposas en mi panza causandome nervios.

Fuí una tarada.

Por suerte, anoche Guido me había dejado dormir en su habitación, bueno, "dormir". Tuve pesadillas toda la noche pero Mía, pese a que estuviera enojada con Guido, estuvo ahí junto al rubio para contenerme. La carga mental me hacía mierda y pensar que tenía que ir a buscar mis cosas donde estaba Patricio, me rompía en mil pedazos. 

-¡Milanesa con papitas!- canturreó Guido entrando a la habitación.

En otra ocasión hubiera reído por sus apodos ingeniosos pero esta vez no.

-Mira, Mila.- murmuró mi hermana menor mientras movía mi brazo.- Vamos a desayunar.

Había estado mirando un punto fijo  hacia la pared desde que desperté. Intentando volver al mundo real, miré a mi cuñado que empujaba el carrito del service room, lleno de comida.

-No tengo hambre, Gui.- dije mirándolo.- Coman ustedes Mía.- me di vuelta y me tapé con la manta. 

Aún tenía puesta la camiseta de Pato y conservaba su olor.

-Podes contarnos qué paso.- sentí el peso de Guido sentándose en la cama.

-Ya les dije.- respondí sin ganas, con las sensación de llanto volviendo a invadirme.

-Es que no entiendo.- dijo Mía y Guido habló después.

-No tiene sentido.

-Tampoco lo entiendo y tampoco le encuentro el sentido.- me voltée un poco a mirarlos.- Pero me dejó y está bien.- volví a mi posición anterior y el llanto no tardó en aparecer.

Me devolví a mi tristeza, sentí a los chicos murmurar pero no me detuve a escuchar lo que decían, mi objetivo era sacar todo ese dolor que sentía en el pecho.

-¿Y Mila?- reconocí la voz de Micaela y el ruido de la puerta. Quería que me dejaran en paz.

Los pasos se acercaron y sentí su cuerpo abrazándome, en ese instante largue todo el llanto acongojado que presionaba mi garganta. Me sentía vacía, con el corazón desgarrado.

¿Qué se hacía en momentos así?

Antes recurría a su música, a Airbag. ¿Pero ahora?

¿Podía recurrir al ídolo que me había roto el corazón?

Quizás si imaginaba que Patricio era otra persona, sí. Si imaginaba que él no era mi novio, si imaginaba que era otro, si imaginaba que era un ex, posiblemente estaría escuchando su música. Pero no podía siquiera sentir su voz sin percibir que me arrancaban el alma y me atravesaban las venas con mil agujas.

HIM AND I- Patricio Sardelli (AIRBAG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora