Ellos creían en las casualidades, que todo pasa por algo y en el momento justo.
Jamás se atrevieron a cuestionar los juegos del destino y sus maniobras pero esta vez había llegado demasiado lejos.
Nadie les dijo que su gran y extraño encuentro iba...
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El día que tocamos en Torcuato fue espléndido. Recuerdo la sensación de grandeza, ese sentimiento que me llenó el pecho cuando estábamos a punto de tocar la última canción.
Lo estábamos logrando. - pensé.
-Gracias a todos por haber venido. Gracias por el respeto y por el apoyo.- dije agitada contra el micrófono.- Nosotras somos Vitela y esta ultima canción que vamos a tocar es de nuestra banda favorita, espero que la disfruten tanto como nosotras.
Miré a mis hermanas, sonrientes como yo. Me acerqué a Mía e hicimos el cambio de guitarra. Ella podía ser la guitarrista principal, pero Colombiana era mía y qué mejor momento para destacar que ese. Me acomodé en la punta del escenario bien el medio y busqué a Patricio entre el público. Ya lo había visto hace un rato así que memorice su ubicación para ese momento.
Lo miré y lo señalé, su respuesta fueron sus manos apuntándose, como re-preguntando si lo que se venía era para él, así que con una sonrisa de costado asentí.
Tan pronto se escuchó el tempo de los palillos en la batería comencé a tocar y la gente enloqueció al reconocer esa vibrante intro.
Patricio empezó a festejar desde abajo con los hermanos, y sus pulgares en alto me alentaron a seguir en mi tarea. No me quise desconcentrar más y me enfoqué en hacer bien esa ronda que me tocaba.
La batería estaba sonando re zarpada y por un instante me imaginé tocando la canción solo para él.
-Es mi chica colombiana, ella baila para mí. Viene todas las semanas y me hace revivir.- canté contra el micrófono sin quitarle la mirada de encima al dueño de la canción.
Tantos años viendo a Patricio en vivo, de ALGO tenían que servir.
¿Mi intención? Provocarlo.
Y no porque fuera mala. Se la iba a devolver de tantas veces que esa canción en vivo me produjo cosas, nada más.
Mientras Mía me hacía los coros, yo me preparaba para el solo de la guitarra. Me tenía que lucir. Una vez comencé y me sentí con la confianza suficiente, apreté las cuerdas con mi mano izquierda mientras que con mi mano derecha tanteé los botones de mi vestido para empezar a desabrochar uno por uno. Los gritos del público no tardaron en hacer acto de presencia por lo que sonreí un poco tímida.
Con toda la actitud juguetona que portaba en el escenario junté valor para mirar a Patricio. Él estaba con los brazos cruzados, mirándome tan lascivo como en el camarín. Esa sonrisa pecaminosa me hizo sentir la chica más hot del mundo, y es que solo él podía provocar algo así en mí.
Por otro lado, Mía estaba sacada bailando y gritando cuál Guido y Mica terminó de soltarse en lo que restó del segundo estribillo.
-Oh, es toda para mí.- mi respiración queriendo regularse se expandió por el micrófono pero luego me aleje para tocar los últimos acordes que me faltaban hasta que la canción se dió por terminada y los aplausos inundaron el lugar.
