Ellos creían en las casualidades, que todo pasa por algo y en el momento justo.
Jamás se atrevieron a cuestionar los juegos del destino y sus maniobras pero esta vez había llegado demasiado lejos.
Nadie les dijo que su gran y extraño encuentro iba...
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El imbécil que me chocó no solo me había dejado en el piso, sino que el impacto tiró mi celular al suelo, desconectando mis auriculares, no obstante la bolsa preciada con el vinilo y el cd, voló por el aire, logrando que ambos objetos cayeran al suelo de manera violenta a varios metros lejos de mí.
-¡¿Pero vos no miras por dónde carajo vas, salame?!- grité parandome enojada mientras iba en busca de mis pertenencias que habían caído a mis espaldas.
-Baja un cambio flaca que te gritamos y vos estabas con el celular.- escuché por detrás.
Ignoré y agarre la bolsita de plástico y guardé el vinilo, divisé el cd pero alguien fue más rápido que yo y lo levantó por mí, el mismo chico que me había esquivado.
-Uh, se rompió un poquito acá.- me informó estirando su brazo a mi dirección.- Igual tranqui que esos ni siquiera son tan buenos.- dijo en tono de broma, haciendo referencia a Airbag.
Bueno, en alguna otra ocasión estaría saltando... O quizás desmayada pero la verdad es que estaba en shock.
¿Por qué el más chico de los Sardelli estaba en frente mío con un perro en un brazo y con su álbum en la otra mano?
-Che, disculpa a mi hermano, tiene malos modales viste. Tras que te tira al piso, te rompe un cd.- comentó divertido y apaciguado.
¿Eh? ¿Hermano? Me di vuelta rápido, con el corazón en la boca. Patricio estaba en el piso, porque claro, no fui la única que se cayó.
-Dale, ayúdame gato.- dijo estirando su brazo para que Guido lo levantara.
No pude emitir sonido, solo observé como Pato se sacudía el pantalón con cara de enojado mientras que Guido reprimía una risa burlona.
¿Qué tenía que hacer? Pretender que no los conocía iba a ser bastante estúpido de mi parte, pero podía fingir demencia y decir que me mandaron a comprar ese álbum y que de verdad no tenía idea de quienes eran.
Dios.
Ayudame loco.
-Es culpa de tu perro de re mierda. Yo te dije que traigas la correa y no me hiciste caso.- Habló enojado.
-No culpes a Némesis de tus imprudencias.- respondió más burlón que antes, mientras acariciaba a Batman, su Chihuahua.
Mi descolocación fue evidente. Cuando Patricio me miró, se percató de que yo seguía ahí.
-No... Está bien. Tranqui. Me dijiste que me habían gritado y yo estaba con los auriculares. Disculpen.- respondí tímida, más que nada mirando al más grande, totalmente opuesto a cómo le hablé antes.
Antes que cualquiera dijera nada, una música empezó a sonar. Las tres nos miramos y observamos el suelo, era mi celular a pocos metros de distancia, terminando con mi dignidad mientras se reproducía "Colombiana" de fondo.