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Tigre, Buenos Aires

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Tigre, Buenos Aires. Argentina.

Me había despertado temprano y no daba más de lo quemada que tenía la cabeza, me sentía mental y físicamente cansada de tanto estudiar. Eran fechas importantes y a estás alturas ya no sabía si estaba acabando la facultad, o si la facultad estaba acabando conmigo, probablemente la segunda. Lo único que me que consolaba era saber que eran mis últimas tres materias y me recibía de Licenciada en Recursos Humanos, y sí, ya sé, es una carrera que nada que ver con la música pero cinco años atrás sentía que tenía que dejar conforme a mis viejos de cierta manera y acá estoy, a punto de recibirme en una carrera que apenas pueda no voy a ejercer nunca más, y digo apenas pueda, porque tengo un trabajo part time desde casa, al respecto. Se trata de una pasantía que logra ayudarme a cumplir con las horas necesarias para recibirme, nada muy difícil de llevar a cabo, además me ganaba mis mangos sin joder a nadie y podía solventar tranquilamente los gastos de la música.

Apenas eran las once del mediodía y yo salía de casa con la matera recién preparada y una guitarra colgada en el hombro. Había estado con los apuntes toda la noche y apenas había logrado dormir tres horas, por lo que quince minutos atrás me había parecido suficiente tortura y decidí que tenía que salir a despejar, además tenía unas ansiadas compritas que hacer. Lo bueno era que vivía a unas pocas cuadras del centro, y solo a tres de la plaza central así que fuí caminando mientras apreciaba el día hermoso que hacía afuera mientras me cuestionaba por qué carajo estaba estudiando una carrera tan rancia.

No quería quejarme de lleno, agradecía tener la oportunidad que otros no tenían pero la verdad es que yo quería girar por todas las ciudades posibles con mis hermanas y vivir de eso. Si bien me había preparado para la música toda mi vida, la banda era relativamente nueva. Llevábamos ocho meses ensayando, planeando y coordinando (ocho meses que fueron bastante agotadores y estresantes, por cierto) pero recién hacía poco más de un mes que empezamos a presentarnos en bares y en clubes nocturnos de Buenos Aires, con todo el esfuerzo que eso conllevaba. Así que no, no tenía que quejarme porque había que disfrutar todo el proceso de ser un rockero under, pero la verdad es que era bastante impaciente. Otra cosa a destacar, y a nuestro favor, es que habíamos gustado al público, eramos humildemente conscientes de que sonabamos bien. Desde el primer momento que nos dieron un lugar y fecha para tocar, un par de personas empezaron a seguirnos, y la verdad es que las redes también hicieron su magia, por lo que era bastante gratificante recibir al menos un par de comentarios por instagram, bancandote en tu sueño.

Mientras procesaba toda esa crisis existencial pre-parciales, en mis auriculares sonaba Cuchillos Guantanamera, una de las canciones que más me cebaba del último álbum de Airbag. Gracias a Dios los tenía a ellos que eran mi banda favorita y que en días así me servían de consuelo. Suspiré pensando en lo afortunada que era de vivir en el mismo espacio-tiempo que ellos, y aunque intentara no caer en la la gilada de ser goma cuando se trataba de mis ídolos, no lo lograba justamente por eso, porque eran mis ídolos.

"Dale Mila, solo una semana más, una semana y nos sacamos de encima los segundos parciales."- Me repetí en forma de aliento.

-Hoy no quiero más saber de mi.- canté bajito la última frase de la canción mientras cruzaba la calle en dirección al local que ansié toda la semana por visitar.

La casa de música era espectacular, personalmente me parecía estéticamente superior a cualquier otro local que había en la avenida, no sé si era cierto o simplemente era que  encontraba la perfección en la música y en los instrumentos.

Me dirigí al sector de vinilos y sonreí cuando ví el de Deep Purple In Rock, finalmente había llegado. Lo tome entre mis manos y me encaminé a los cd's en la sección de Rock Nacional, según la página de internet decía que "Al Parecer Todo Ha Sido Una Trampa" estaba disponible. Mi felicidad aumentó cuando lo encontré y pagué por ambos en la caja. Ahora sí, estaba más contenta que perro con dos colas.

Retrocedí las últimas tres cuadras que caminé para ir hasta la plaza. Desde la esquina empecé a observar y a meditar que parte del espacio verde iba a adueñarme para encontrar la paz en mis mates y mi música. Para mí suerte, no eran mis días más pretenciosos, por lo que solo quería un arbol que me dé sombrita porque el sol estaba picante.

Mientras caminaba bien despacio hasta encontrar el árbol indicado pensé en que hoy era un día especial. ¿Vieron que más arriba dije que eran fechas importantes? Bueno, no todo en la vida es sufrimiento y parciales, tenía que ver qué, con dos cosas. La primera, estábamos a la espera de que nos confirmaran si tocábamos en un club de Don Torcuato el fin de semana. Era importante para nosotras y nos hacía ilusión porque era un espacio más grande que los bares en los que veníamos tocando y pensábamos que tendríamos más alcance luego, este lugar en general se alquilaba y desde las doce de la noche se armaban bailantas, el típico boliche sarnoso que está sobre Panamericana, pero este finde se iba a usar para que las bandas under de la zona y alrededores toquen y entre nosotros nos apoyemos.

La otra se trataba justamente de Airbag,  los pibes que les comentaba hace un rato, y no, tampoco se trataba de haber conseguido su último álbum en físico, sino que habilitaban la venta de entradas para un show importante que tenían en Vélez. ¿Se dieron cuenta que fin de año no solo trae exámenes que rendir? Yo intentaba estar tranquila pero habíamos quedado con mis hermanas, que Mica se iba a encargar de comprar las entradas, así que tenía que desligarme de esa vil tarea, y digo vil, porque cada vez que sacaba una entrada, sufría todo el maldito proceso, desde la fila virtual hasta recibir la boleta de la compra, por el miedo de no conseguir entradas que siempre se apoderaba de mí, que y esta no era la excepción.

Así que estaba bastante nerviosa, en términos generales.

Miré la hora y pensé: Mica ya tendría que haberlas comprado, se habilitaron hace una hora. No dudé y pare en seco en la vereda, apoye la guitarra a un lado de los banquitos y dejé encima del mismo la matera, con la bolsita en mano, desbloquee el celular, entré al grupo que teníamos las tres en WhatsApp y escribí.

-¿Qué onda? ¿Ya se tramitaron esas entraditas a Vélez? @MicaVitela

Estuve a punto de guardar el celular pero me asustó un perrito chiquito corriendo a las chapas, pasando por al lado mío. No fue suficiente, ya que detrás de él corrió un chico que logró esquivarme y cautivar toda mi atención,  pero lo próximo que sentí fue un golpe seco que causó desastre. En ese momento fue lo peor que podía pasarme antes del mediodia, lo que no sabía es que eso iba a cambiar mi vida por completo.

HIM AND I- Patricio Sardelli (AIRBAG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora