11.- Papá.

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Narra Maritza

9:09 a.m. 21/Oct/2018

Me desperté y lo primero que hice fue ducharme y arreglarme. Salí de mi cuarto y baje las escaleras. Son las 9, todavía faltan 50 minutos para irme.

-Hola, chaparra- Manuel llegó y beso mi mejilla.

-Oye, voy a salir. Dile a Luna que puede hacer lo que quiera en mi cuarto.

-Claro. ¿A dónde vas?

-No le digas a Sonia ¿si? Mia me ayudó a contactar a Martín.

-¡Que genial, amiga! Estoy muy feliz por vos- me abrazó.

-Gracias.

-¿Vas a desayujar?

-Si, ¿vamos?- asintió y fuimos a la cocina y sacamos pan, huevo, vainilla, canela y leche para hacer pan francés, y nueces y chocolate para decorar. Siempre que Manuel iba a México era lo que preparábamos juntos. Nos lo enseñó a hacer su abuelo antes de morir, y nos encanta la receta aunque sea muy simple.

-Mari...- mientras batía los huevos, lo miré. Río antes de hablar -¿Tenes onda con Pablo?- preguntó e inconscientemente, reí.

-¿Porqué la pregunta?

-No, nada. Sabes que los vimos acostados el otro día y...- no deje que terminará y aventé una nuez en la cabeza.

-Callate, Manu. Él lo dijo. Sólo me hacía cosquillas.

-Sabws que yo te hago cosquillas y nunca hemos estado así- me devolvió la nuez que le lancé hace rato, lanzándomela de vuelta a la frente. Sobé mi frente y reí.

-Pero tú eres tú, Manu- le lancé un puñado de nueces. Empezamos una guerra de nueces, frutilla y frambuesas. Manuel me cargó en sus hombros y salió de la cocina al sofá de la sala para hacerme cosquillas -¡Basta, rubia falsa!- reía.

-Estas si son cosquillas, mona- seguimos riendo.

-¡Soltame!- no podía respirar. La risa me mataba. Comencé a mover mis piernas lanzando patadas. Manuel se alejó un poco para que no lo pateara. Cuando regresó le pateé por accidente la entrepierna.

-¡Maritza!- gritó y se desplomó en el sofá. Yo empecé a reír a carcajadas. Tampoco le di tan fuerte.

-Ni que te haya dado tan fuerte- reía. Manuel puso su mano entre sus piernas y me dio más risa -Perdóname- me miro mal.

-Vas a ver, chaparra. Esto no se quedará así.

Y tiene razón. Él y yo somos muy vengativos entre nosotros.

Le di palmadas en la espalda y seguí riendo.

-Buenos dí...- Pablo bajó y se quedó quieto -¿Que paso acá?- preguntó viendo a Manuel y se quería reír.

-Nada, solo me hacía cosquillas y me defendí- reímos.

-Será tu culpa si quedas sin sobrinos, Maritza- me dijo Manuel y reí más fuerte.

-Eso no. Mejor buscamos un sustituto- reí.

-Huele a quemado- dijo Pablo y Manuel y yo nos miramos alertados.

-¡El pan!- gritamos y fuimos corriendo a la cocina. Bueno, Manuel cojeando.

Me acerqué a la estufa y cuando le di vuelta estaba todo negro. Apagué la llama y lancé el pan a un plato. Los chicos lo vieron y se comenzaron a reír.

-Somos un desastre en la cocina, enana- reíamos.

-Fue tu culpa. Tu empezaste- me quejé y puse otro pan- A este ritmo, dejaré plantado a Martín- reí.

El deseo de amar para siempre. PablizzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora