12.- Mi hermana.

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Narra Pablo

Pasaron 2 semanas. Estábamos a menos de una de ir al bolche a tocar. Sonia e Hilda ya se fueron y Maritza ha estado muy triste. Nos contó que cuando Sonia y Martín se vieron, se abrazaron y se alejaron de Hilda y ella dejándolas confundidas.

Sentí que alguien abría la puerta de mi cuarto mientras yo estaba pensando de noche.

-Hola- susurro Maritza entrando.

-Hola ¿Qué pasa?- le pregunté sentamdndome en la cama.

-No puedo dormir y vi la luz encendida en tu cuarto. Supuse que podía ver a Tano y Maya- asentí y se metió al armario. Me puse una bermuda de algodón, ya que estaba en bóxers y la seguí -Fua, tremendo olor a mierda -dijo sin darse cuenta que yo estaba detrás suyo -¿Hicieron mole o qué?- se dio la vuelta y se sorprendió. Se tapo la boca de vergüenza- Tu no escuchaste nada, eh- me advirtió- ¿Porqué eres tan silencioso?- se quejó y reí.

-Es divertido asustarte- rodó los ojos.

-Mira, ya se ve mejor- alzó a Maya y me la mostró.

La doctora dijo que iba mejorando. Nos emocionamos al saber que nosotros la estamos sacando adelante.

-Se ve hermosa- la cargué.

-Debemos ahorrar para castrarlos. No quiero incesto en casa- dijo y reí -Hablo enserió, por eso luego acaban como los encontramos.

-Tenes razón.

Miré al reloj y eran las 12 am.

-Es muy tarde. Deberías ir a dormir- dije.

-¿Me estas hechando?- preguntó divertida.

-No, no. Solo que mañana debemos levantarnos temprano, ya sabes. Tenemos que practicar.

-Tenes razón. Mejor me voy a dormir- iba a salir.

-¿Querés dormir acá?- me atreví a preguntar y sonrió.

-Si no te molesta, si.

-Obvio no me molesta. Por algo te pregunto.

-Bueno, vamos a dormir- salió y apenas me di cuenta que tenia uma pijama de Mickey manga-larga y unos leggins para dormir- Oye, pero ¿donde dormiré? No tenes sofá.

-Pensaba dormir con vos en la misma cama.

-¿La misma cama? Okey. Ojo, eh- sonreí y apagué la luz -Tu puta madre. ¿No tenes luz en tu mesa?

-No ¿por? ¿te da miedo la oscuridad, bebé?- me burle caminando hacía la cama.

-Callate. Y si, si ¿que?

-Nada, solo da risa- me acomodé dándole la espalda. No por enojo. Simplemente porque acostumbro a dormir de ese lado.

Sentí como se paró. Creí que iría al baño pero se acomodó enfrente mío del lado donde iba a dormir.

-Muevete- pidió, se acostó y tomó mi brazo para ponerlo sobre sus hombros. La jalé más hacia mi, comprendiendo lo que quería y escondí mi cara en su cuello para después poner una de mis piernas sobre las de ella.

El deseo de amar para siempre. PablizzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora