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Ambos chicos se encontraban acurrucados en el sofá más grande que había en aquella oficina, el hibrido de pato se encontraba encima del castaño, mientras que este último se encontraba acariciando la cintura del menor.
-De verdad no quiero que te vayas -susurró el azabache con temor.
-No puedo quedarme -soltó un pequeño suspiro- Ven conmigo, por favor.
El azabache abrió los ojos a toda su extensión y procedió a sentarse sobre el regazo de su amante.
-Yo no puedo irme aunque quisiera -respondió en voz baja.
-Claro que puedes -se acomodó para sentarse pero sin quitar al híbrido de encima- No quiero dejarte con ese psicópata.
-No le tengo miedo a Wilbur, él debería tenerme a mí -sonrió engreído.
-Me agrada el valor que tienes para hacer sufrir a los demás y el nulo remordimiento que sientes cada vez que matas a alguien, pero Wilbur es peligroso -se humedeció los labios- No quiero dejarte sólo con él, no quiero que te toque ni un centímetro de tu piel.
El menor sonrió encantado- Eres bien pinche celosa -soltó una pequeña risita.
-¿Y tú no? -arqueó una ceja divertido-Siempre te molestaba verme con Foolish.
-A Foolish le encanta enamorarse de extranjeros -puso los ojos en blanco- Tú eres mío -lo tomó del mentón y acercó sus rostros- Y no pienso compartirte.
-Yo tampoco pienso compartirte -sujetó con firmeza su cintura.
El azabache llevó ambas manos hacia el chico frente a él, con la izquierda acarició suavemente la mejilla rosada del castaño, y con la derecha, enredó sus dedos entre los cabellos del mayor, todo eso mientras se miraban fijamente a los ojos.
-No quiero dejarte.
-No quiero que te vayas.
Dijeron al mismo tiempo, una sonrisa cómplice se dibujó en el rostro de ambos y luego soltaron una pequeña risita.
-Estamos destinados a estar juntos... Por favor, no te vayas -suplicó el mexicano.
-Dime algo, Quacks -se humedeció los labios- ¿Nunca has pensado en una vida más tranquila y relajada a lo que tienes aquí, una vida sencilla, no te gustaría ver qué hay más allá de Las Nevadas, de L'Manberg? -cuestionó intrigado.
El hibrido de pato se quedó callado, ante las palabras del castaño, se creía un experto en los negocios y estafas, un sabelotodo sobre como se maneja el mundo pero no conocía el mundo, conocía a las personas que entraban en su territorio y es por eso que lograba controlarlas, dominarlas, pisotearlas, pero no conocía nada más allá de L'Manberg.