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El chico de piel dorada se encontraba con las mejillas sonrojadas pero muy enfadado de lo desvergonzados que eran sus amigos

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El chico de piel dorada se encontraba con las mejillas sonrojadas pero muy enfadado de lo desvergonzados que eran sus amigos.

Quackity, tienes una habitación, maldita sea –dijo lo último a regañadientes.

El hibrido de pato se encogió de hombros– ¿Quién te manda a no tocar la puerta? –arqueó una de sus cejas.

El de ojos verdosos soltó un pequeño suspiro y negó haciendo ligeros movimientos de cabeza– Ya quité todos los explosivos que había en el edificio y todos los empleados aún no sospechan de nada –se cruzó de brazos– Lograr meter a Luzu aquí, fue todo un reto.

El azabache dirigió su mirar hacia el castaño de cabello alborotado, quién se encontraba cómodamente recostado en el sofá de la oficina, este sonrió con coquetería y le guiñó un ojo.

Da igual –sonrió orgulloso– Lo bueno es que este hijo de puta, al fin salió de mi vida –dijo con desprecio– Pero desafortunadamente no obtuvo lo que se merecía.

–Está muerto, Q –dijo el rubio.

A veces... La muerte es lo que menos se merece una persona despreciable –dijo calmado.

De igual forma, ya no tendrás que lidiar con él –sacudió ligeramente su cabello– Tienen que marcharse lo más rápido posible, un minuto más aquí, podría condenarlos a los dos.

Ambos chicos se miraron en silencio por un par de segundos hasta que el mexicano regresó su mirada hacia su administrador.

Danos veinte minutos más.

Dijo con una voz seria, caminó hacia su escritorio y comenzó a tirar por todas partes los documentos que solía guardar, para que pareciera que había sido una discusión que terminó muy mal.

Preparame un caballo y comida necesaria para el viaje, yo... Solo llevaré lo más indispensable –sonrió levemente pero de manera sincera.

El de piel dorada asintió y pocos segundos después salió de la oficina, dejando a los chicos, completamente sólos.

Tendremos que ocultar tu identidad de ahora en adelante... –comentó el castaño al mismo tiempo que se levantaba de su lugar para poder acercarse al azabache.

¿Lo crees necesario? Cuando llegaste, no tenías idea de que este lugar existía, ni de quién era yo –dijo con una sonrisa burlona.

Pero Rubius había sido muy fan de este lugar, no conocía de tu existencia pero si de este lugar, de este casino –hizo una mueca– Alguien más allá afuera podría conocer tu existencia, Quacks... No quiero que estés en peligro.

–Sé cuidarme muy bien, Lusu –pasó sus brazos alrededor del cuello del más alto.

El castaño abrazo la cintura del menor y lo acercó su cuerpo– Te protegeré de cualquiera, Quacks –se humedeció los labios con la punta de su lengua, ocasionando que el hibrido bajara su mirada hacia estos– Pero para eso, tenemos que ponerte un camuflaje.

¿𝑾𝒉𝒂𝒕 𝒊𝒇...? ༒︎ℒ𝓊𝒸𝓀𝒾𝓉𝓎༒︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora