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El azabache dejó el bolígrafo a un lado de la hoja y tomó está misma para doblarla en tres partes para luego meterla en un sobre, le puso su propio sello para cerrar el sobre.
La puerta de su habitación fue abierta sin delicadeza alguna y un híbrido de oso se dió a notar.
-Llegaremos tarde a las elecciones, Quackity, ¡vámonos! -tomó del brazo al azabache y lo levantó de su silla.
-Esperate, wey -regresó a su escritorio y agarró la carta- Tengo que dejar esto en el buzón.
-Celuzu se va a molestar si se entera que le andas escribiendo cartas a alguien más -mencionó un tanto burlón.
-Mientras no vayas de vieja chismosa -empujó a su mejor amigo afuera de su habitación- Ya vámonos wey.
-Me vas a arruinar el vestido, animal de granja.
-callate.
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El presidente de L'Manberg caminó con elegancia hacia su oficina, cerró la puerta detrás de él y tardó en tomar asiento detrás de su escritorio, tenía su agenda bastante liberada, ya se había ocupado de todos sus pendientes y ahora se encontraba hambriento y aburrido.
Pocos segundos después, su asistente se adentró en su oficina, caminó con cuidado hasta dejar una charola de metal en el escritorio, en esta se encontraba la cena del presidente.
-Esta tarde llegó el correo, señor -la chica de ojos rasgados le estiró un sobre- No dice de quién o de donde viene, pero... Supongo que usted si sabrá.
Los ojos verdosos del rubio brillaron de emoción y agarró con suavidad el sobre que la castaña le entregaba.
-Muchas gracias, Tina -sonrió amable y la chica le respondió la sonrisa.
-Me retiro -hizo una pequeña reverencia.
El de piel dorada volvió a quedarse completamente sólo, no quiso tardar ni un segundo más y abrió la carta.
