Matheo alza la vista para enfocarse en una obra de arte. Es un recuadro gigante, colosal, donde resaltan multitud de puntos brillantes que fueron espolvoreados al azar. Hay muchas pinceladas, azules y grises, oscuras y opacas, que se agrupan entre sí para rellenar las partes vacías. Como toque final, se dibujó un atractivo círculo, justo en la mitad, justo en el centro, con el propósito de iluminar el resto del lienzo.
"Qué bonito es el cielo nocturno". Piensa él.
Una señora sale de su domicilio con una vestimenta muy llamativa, de pronto visualiza a un joven muchacho que espera a las afueras de su casa.
—¡Matheo! —saluda ella, enérgica—. ¿Cómo estás?
—Hola, vecina —es su contestación.
—Ay, ¿por qué tan tímido? La semana pasada eras alguien completamente diferente —su voz adopta una tonalidad morbosa—. Hablando de eso, ¿cuándo vas a volver? Ya sabes que tú eres uno de mis favoritos.
—Je. Je. Je —Matheo ríe con incomodidad—. Muchas gracias, vecina, pero aún no tengo pensado volver al trabajo.
—¿Y por qué? —ella se muestra desilusionada.
—Todavía tengo suficientes ahorros... y pues...
—¿Y no quieres más dinero? Justo hoy me pagaron —la señora no disimulaba su gusto por el joven.
—Cuando regrese a trabajar serás la primera en enterarse —le asegura Matheo—. Ahora tengo un compromiso muy importante —al joven le dolió usar esta última palabra, sin embargo, prefería mentir para escapar de aquella situación.
—Oh, está bien —musitó la señora—. Nos veremos en otra ocasión.
—Je. Je. Je —volvió a reír—. Sí, adiós. Ten un buen viaje —dijo rápidamente.
—Lo mismo para ti —contestó ella, para después alejarse del lugar. Matheo pudo respirar con normalidad otra vez.
"¿Cuándo vendrán? ¿O será que me dejaron plantado?". Se pregunta a sí mismo.
Una fuerte luz, acompañada de un fuerte sonido, emerge desde el horizonte. La luz va aumentando de tamaño, y el sonido se va intensificando. Se acerca. Se acerca. De repente, la luz cubre por completo a Matheo.
—Mueve el culo. Mueve el culo. Muévelo bien rico... —se alcanza a escuchar una canción proveniente del vehículo. El conductor apaga tanto la radio como las luces para poder interactuar con el muchacho.
—¿Qué tal? —dice Edward, quitándose las gafas negras.
—Hola —agrega Matheo—. ¿Por qué usas gafas de sol? Es de noche.
—Ah... —Edward se queda paralizado, no supo qué responder.
—Uf, apresurémonos —aconseja Evangeline, la cual está sentada al lado del conductor—. La fiesta va a comenzar sin nosotros.
—¿Y eso sería tan malo? —inquiere Matheo.
La mujer de cabello albino lo mira con desdén. Entonces Matheo copia su expresión y la mira con desdén. Ambos se miran con desdén.
—Hay como una vibra súper mala onda —añade Edward, quien se dedica a verlos desde lejos.
—Ay, Edward —ella habla con su característica voz dulce—. No le digas eso a Matheo, él no puede evitar ser así.
—¿Qué...? Yo no lo decía por él, me refería a... —Edward intentaba excusarse, lo cual hizo reír a Evangeline.
—Está bien, vámonos —sentenció Matheo, subiéndose a la parte trasera del coche desplegable.
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¿Sabes quién es Evangeline?
Teen FictionEvangeline y Matheo se conocen el primer día de universidad, comparten una que otra palabra y todo termina ahí. Ocho meses después, Evangeline se ha vuelto la chica más popular del campus. Los estudiantes la aman, los maestros la adoran, todo el mu...